Los modelos de censura usados por la red social Facebook
Facebook se ha erigido como un referente en las redes sociales, un espacio que tras su aparente universalidad oculta un modelo legislativo que otorga al emporio creado por Mark Zuckerberg un don cuasi divino según el cual puede dictaminar lo que debe o no ser mostrado.
Koldo LANDALUZE | DONOSTIA
Facebook incluye en su nómina a la empresa Odesk, una compañía encargada de bloquear los contenidos que Facebook considera inapropiados. Tras recibir un entrenamiento, los empleados de Odesk -personas reclutadas en países englobados en el llamado Tercer Mundo- trabajan en turnos de cuatro horas desde sus hogares y a un dólar la hora para llevar a cabo este cometido.
Muchas de estas reglas de censura en Facebook son bastante obvias: la «actividad sexual evidente» es bloqueada, igual que la violación, las fotos o videos que muestren «partes privadas de la anatomía humana» y las fotos de menores sin ropa. También se bloquean los signos de «organización de actividad criminal», los «mensajes solicitando servicios ilegales», los contenidos racistas y los símbolos de odio.
Ambigüedad
Del mismo modo, se ordena la censura de imágenes que muestren órganos internos o mutilación de personas o animales. Sin embargo, en estas directrices también hay cabida para todo tipo de ambigüedades, lo que ha suscitado una gran controversia en el seno de la comunidad virtual. Por ejemplo, las fotografías de «madres dando de lactar sin ropa» deben ser suprimidas y también aquellas imágenes que muestran «desnudez digital o de caricatura». Pero, en este último apartado se señala que «si son artísticas están bien».
Víctimas de censura
Una vez un contenido es bloqueado, no hay vuelta atrás. Como dijo Emma Kwasnica, la madre que fue víctima de censura en Facebook tras el bloqueo sistemático de sus fotos alimentando a sus hijos, «no hay recursos para las personas a las que les eliminan una foto. Son bloqueados y ni siquiera pueden escribir a Facebook para decirles que eliminaron la foto por error».
Un testimonio más cercano es el del fotógrafo Joseba Barrenetxea. «En mi caso, me han cerrado hasta 6 veces la cuenta de Facebook. Nunca me han dado ningún tipo de explicación y tampoco he podido expresar mi queja hacia un modelo de política que trata a sus usuarios como si fuéramos menores de edad, castigándonos sin poder añadir contactos, subir fotografías, vídeos, o como me ha ocurrido la última vez, castigado durante una semana sin poder publicar nada en mi muro. El caso es que cuando te cierran una cuenta todo lo publicado desaparece, en apariencia, porque según he sabido por el testimonio de Lucía Etxebarria -a la que también clausuraron su cuenta- Facebook se guarda todo lo publicado».