La memoria, la necesidad de no olvidar las vulneraciones de derechos humanos para honrar a quienes las han padecido y evitar que se repitan es algo que comparten todos los sectores de la sociedad. Pero la memoria no tiene límites temporales ni de adscripción a ciertos colectivos ideológicos o de cualquier otro tipo. Es preciso reconocer el sufrimiento de todos, tanto si se produjo hace 70 años como si se está produciendo en estos momentos. En el caso de los muertos a manos de las tropas golpistas de Franco, durante muchas décadas su memoria ha estado prohibida, como si hubieran querido enterrar o despeñar la historia, unos dolorosos retazos de historia también prohibidos. Lamentablemente. Pero, afortunadamente, esa memoria, si bien clandestina, nunca ha desaparecido y gracias a ella será posible, a iniciativa de la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia, desenterrar, identificar y repatriar a los alrededor de cien gudaris que yacen en una fosa común de la localidad Asturiana de Areces desde febrero de 1937, unos muertos en combate con las tropas franquistas y otros ejecutados por aquellas tras haber sido heridos. Por fin sus restos podrán ser acogidos en en su tierra, donde serán homenajeados como lo fue su comandante, cuyo cadáver fue recuperado hace cuatro años. Una iniciativa plausible por necesaria.