Koldo LANDALUZE | DONOSTIA

Recientemente hemos sabido que una niña estadounidense de dos años que padecía un trastorno congénito que le impedía usar sus brazos, ha vuelto a jugar de manera normal gracias a unos brazos creados mediante tecnología de impresión 3D. Prótesis, réplicas de estatuas, fotografías, ropa... poco a poco la impresión tridimensional está adquiriendo una gran relevancia en estos sus inicios. La perspectiva de esta herramienta en nuestro uso cotidiano no tardará en ser algo habitual.

Tal es el caso de la experiencia realizada por Amanda Ghassaei la cual a puesto en práctica el gran sueño de muchos melómanos que, a pesar del gran avance que ha vivido el mundo del audio, todavía suspira por el encanto de los míticos vinilos. Ghassaei se ha convertido en la primera persona en darle un uso muy diferente a la impresión tridimensional convirtiendo archivos de audio digitales en álbumes que podemos escuchar en un tocadiscos. Según ha señalado la propia pionera «he creado una técnica para la conversión de archivos de audio digital en vinilos en impresión 3D de 33rpm y he impreso algunos prototipos funcionales. Estos vinilos suenan en el tocadiscos, con agujas regulares, a velocidades normales, al igual que cualquier disco de vinilo. El audio en los archivos es de muy baja resolución, ya que tienen una frecuencia de muestreo de 11 kHz (una cuarta parte de audio mp3 típico) y 5-6 bit de resolución (el audio de mp3 es de 16 bits)».

El primer disco utilizado para probar la técnica fue «Debaser» del grupo Pixies. Más tarde la aplicó a varios trabajos de New Order, Joy Division, Radiohead o Daft Punk. Como ella misma explica, el sonido final es bastante deficiente, aunque es probable que esto sea lo de menos en estos momentos. Su idea era conseguir la reproducción reconocible de audio digital a través de esta técnica revolucionaria, y el resultado ha sido todo un éxito.