Lograr que el balance de 2013 sea diferente
El fin de año es tiempo de balances y los firmantes del Acuerdo de Gernika expusieron ayer el suyo respecto a lo acontecido en 2012 desde el punto de vista de la resolución del conflicto. Lo hicieron con una constatación: Euskal Herria no se encuentra en una situación de paz, y no se hallará en esas coordenadas mientras se sigan conculcando los derechos humanos. Frente a quienes interesadamente identifican paz con la ausencia de violencia por parte de ETA, se opone la realidad de unos estados que han hecho de la beligerancia ante el proceso y del ensañamiento en las cárceles su hoja de ruta particular.
El cese de la actividad armada de ETA puso fin a una de las violencias que ha conocido este pueblo en las últimas décadas, y la respuesta que la ciudadanía dio a aquella histórica decisión debería haber engrasado el carril para que Madrid y París transitaran hacia un nuevo tiempo. Sin embargo, no han querido hacerlo. Los últimos doce meses han mostrado que a los mandatarios españoles y franceses les preocupa sobremanera el escenario que puede abrirse en caso de que el proceso avance en la dirección que reclama la ciudadanía vasca y, cada vez con mayor ímpetu, la comunidad internacional. Por eso han decidido frenar, pisar el embrague e intentar dar marcha atrás. No podrán hacerlo, porque la pendiente es demasiado inclinada, pero su evidente desprecio a las demandas de este pueblo está alargando el sufrimiento de forma inaceptable.
Alcanzar un estadio de paz justa y duradera pasa, ineludiblemente, por aceptar el principio básico del respeto a todos los derechos para todas las personas. De hecho, quien quiera conocer las claves para abrir un futuro diferente al que han conocido demasiadas generaciones de vascos y vascas solo tiene que echar un vistazo al contenido del Acuerdo de Gernika. Por eso, que sus firmantes puedan hacer dentro de doce meses un balance diametralmente opuesto al de ayer es el mejor regalo que podría dejarnos el próximo año.