Singh admite la necesidad de un cambio social ante las violaciones
La muerte en un hospital de Singapur de la joven universitaria que el pasado 16 de diciembre fue brutalmente violada y golpeada por seis hombres en un autobús de Nueva Delhi ha obligado al Gobierno indio a anunciar medidas para proteger a las mujeres de las agresiones sexuales. El primer ministro, Manmohan Singh, que hizo un llamamiento a la calma a la población enfurecida por este atroz ataque, admitió ayer la necesidad de un cambio social.
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La muerte de la joven universitaria que el 16 de diciembre fue violada durante una hora y golpeada con una barra de hierro por seis hombres en el interior de un autobús en Nueva Delhi ha generado un profundo debate en el país sobre la violencia contra las mujeres.
Las violaciones colectivas ocurren casi a diario en India y muchas de ellas no son denunciadas por las víctimas, que no confían en el sistema judicial y temen la reacción de los agentes de Policía de sexo masculino.
Sin embargo, la naturaleza particularmente salvaje de este ataque ha levantado la ira de la población, forzando al Gobierno a prometer mayor seguridad para las mujeres y penas más severas para los delitos sexuales.
El paquete de medidas incluye más patrullas durante la noche, pruebas a los conductores de autobús y sus asistentes y la prohibición de que los medios de transporte lleven cristales tintados. Las autoridades han prometido, además, que publicarán en las páginas web oficiales los nombres, las fotografías y direcciones de quienes hayan sido condenados por violación.
A raíz de los hechos, se han creado dos comités, uno para acelerar los juicios por agresiones sexuales a mujeres y otro para analizar cómo pudo ocurrir una violación tan atroz.
La joven, estudiante de quinesioterapia y cuya identidad no ha sido revelada, salía del cine en compañía de un amigo, que también fue agredido hasta perder el conocimiento. El autobús, que tenía cristales tintados, logró pasar varios puestos de control policial antes de que la pareja fuera arrojada del vehículo.
Ingresada en el hospital Safdarjung de Nueva Delhi, tuvo que ser operada hasta en tres ocasiones debido a las graves heridas intestinales que sufría. Ante el agravamiento de su estado, el jueves fue trasladada al hospital Mount Elizabeth de Singapur, donde fue atendida por un equipo médico formado por ocho especialistas.
Según el comunicado del hospital firmado por su director, «sufrió un fallo multiorgánico y tenía serias heridas en el cuerpo y el cerebro. Fue valiente en su lucha por la vida, pero las lesiones eran demasiado graves como para sobreponerse».
El primer ministro indio, Manmohan Singh, que dijo sentirse «profundamente entristecido», pidió «una investigación y un debate sereno». «Ya hemos visto las emociones y las energías que este incidente ha causado. Son reacciones perfectamente comprensibles de una India joven y de una India que genuinamente desea un cambio».
En una intervención televisada poco habitual, Sonia Gandhi, líder del gobernante Partido del Congreso, aseguró que la voz de las miles de personas que han salido a la calle «aumenta nuestra determinación de luchar contra las actitudes vergonzosas y dominantes que permiten a los hombres violar y molestar a las mujeres con tal impunidad».
Miles de personas protestaron ayer en las principales ciudades de India por la muerte de la estudiante universitaria, de 23 años. En Nueva Delhi, donde ocurrió el ataque, las autoridades desplegaron a miles de policías, cerraron diez estaciones de metro y prohibieron la circulación en algunas calles del centro de la capital. Pese a ello, 4.000 personas se juntaron alrededor del observatorio Jantar Mantar, que se convirtió en el principal punto de encuentro de los indignados.
«Estamos tristes, pero también enfadados. ¿Cuándo cesarán este tipo de atrocidades? ¿Acaso las mujeres no son humanas?», se preguntaba Nidhi, una universitaria.
Un diplomático indio que acompañaba a la familia de la joven en Singapur, reveló que sus padres «desean que la muerte de su hija sirva para brindar un mejor futuro para las mujeres de Nueva Delhi y toda India».
En declaraciones a la agencia IPS, Ranjana Kumari, directora del Centro de Investigación Social de Nueva Delhi, subrayó la necesidad de revisar con urgencia las leyes y la propia definición de violación, que «solo habla de la penetración del pene. También deben ser más severos los castigos y estamos en contra de toda reconciliación entre el violador y su víctima».
«Hay que romper la cadena del miedo», añadió a la misma agencia Sukanya, coordinadora de Swayam, una organización de defensa de los derechos de las mujeres con sede en Kolkata. GARA