Nada y demasiado que objetar al musical de Tom Hooper. Con una realización impecable (aunque agotadora a ratos), una historia atemporal y moldeable a las circunstancias de cada momento histórico y actuaciones sobresalientes, la enésima adaptación de «Los miserables» me parece absolutamente prescindible. Parto del entendimiento de que el objetivo no sea resumir en algo más de dos horas la obra de Víctor Hugo y de que las películas «dialogan» con las obras literarias en las que se cimientan. Asímismo me pregunto por qué la adaptación cinematográfica de Tom Hooper cae en un barroquismo supuestamente minimalista en los números musicales, en «la razón de ser» de la película. Es decir, el virtuosismo aparente de estos números rodados sin sonido pregrabado pecan de excesivos y lo emocional desborda la pantalla perdiendo el valor emotivo que se les presupone a algunas secuencias, dilatándolas. Y sí, existen más de 50 adaptaciones al cine y la televisión de «Los miserables». Pero «Los miserables» de Víctor Hugo no tiene la culpa. Por otro lado, su obra pertenece a una época y cuestiono la necesidad de volver a vendernos estereotipos de mujeres necesitadas de hombres que las salven de los peligros de la vida. La cinta se apoya demasiado en esta idea de la mujer sumisa, la idealiza. Tendré que releer la novela, pero me pareció infinitamente más cruel que este cuento de hadas habitado por princesas necesitadas del amor de un hombre y «príncipes» salvapatrias. Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, Amanda Seyfried y Sacha Baron Cohen, cantan las canciones del célebre musical de Claude-Michel Shönberg camino de los premios Óscar.