Carmelo RODRIGO I Analista bursátil
Paisaje tras la tormenta
Y parece ser que lo peor, al menos en la economía real, está por venir. Al inevitable círculo vicioso en el que está inmerso el entramado económico -ausencia de crédito, imposibilidad de inversión y desplome del consumo- que afecta de hoz y coz al tejido empresarial privado, hay que añadir las dos reformas de calado que quedan por realizar, generadoras de más desempleo aún: el sistema financiero y las Administraciones Públicas.
Oteando el horizonte, ser cauto en cualquier estimación es un objetivo inevitable. Para la Bolsa, entiendo que un rescate soberano, abierto o disfrazado, emitiría señales positivas a la inversión y sería el detonante de una recuperación en las cotizaciones, conformando un buen 2013 en la Renta Variable. A ello ayudaría la caída especulativa en el mercado de Deuda y la relajación consiguiente de la prima de riesgo. Nos toca a cada uno lidiar en un entorno excesivamente difícil, pero no queda otro remedio. Un viejo dicho de la gente del mar asegura que el pesimista siempre se queja del tiempo, el optimista dice que mejorará y el realista no dice nada y ajusta las velas. Ustedes mismos.