Comienza un nuevo año y con él arranca la reforma del sistema de pensiones que eleva la edad de jubilación desde los 65 años a los 67 años en medio de una subida generalizada de los precios en productos y servicios básicos. Lo único que será más barato que hace un año será el despido, todo lo demás -electricidad, agua, transporte público, correos, carburantes...- aumenta sus precios mientras los salarios se estancan y el empobrecimiento de la población se agudiza. En definitiva, 2013 marca un rumbo donde los trabajadores tendrán que trabajar más tiempo para poder cobrar la pensión, trabajar más duro para ser cada día más pobres.

El alza de precios supera la revalorización de las pensiones y el salario mínimo. Y con ello, el poder adquisitivo de las clases populares se resiente todavía más. Las consecuencias de estas políticas guiadas por el afán de usura y la necesidad recaudatoria a base de castigar a las rentas del trabajo, solo generarán más drama, más situaciones de dificultad extrema y una mayor recesión económica. Una perversa ecuación que pretende cargar sobre las espaldas del pueblo trabajador todo el sacrificio de una situación que no han creado y que ahora quieren hacérselo pagar. Continuar con esas políticas, seguir por esa vía, hace que la salida a la crisis sea, en realidad, una puerta giratoria.