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CRíTICA: «La noche más oscura»

Hay que matar a OBL

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Mikel INSAUSTI

La perfección existe en el cine y es cosa de una mujer llamada Kathryn Bigelow. Para hacer el exhaustivo y milimétrico trabajo que ella sola lleva a cabo en «Zero Dark Thirty» harían falta los dos mejores hombres de su profesión, por lo que habría que juntar a Paul Greengrass y a David Fincher. Estoy convencido de que, juntos, lograrían algo parecido. Por separado no lo tengo tan claro, pues si bien la película comienza con pantalla negra y el audio de los atentados del 11-S, a fin de conectar con el pulso docudramático de «United 93», cuando entra en materia bélica el resultado es muy superior al de «The Green Zone». Esto por lo que respecta a Greengrass, ya que con Fincher se iguala en la virtud de saber elegir al guionista más adecuado para proyectos que necesitan argumentos sólidos, y si aquel cuenta con el gran Aaron Sorkin, la ganadora de un Oscar a la Mejor Dirección por «En tierra hostíl» tiene a su wikileaks particular en Mark Boal.

Al concienzudo guionista no se le escapa una, y la única acusación que han podido verter los conservadores sobre su documentado libreto ha sido el libre acceso a información privilegiada del que gozó con el visto bueno de la administración Obama. La cuestión no es disponer de los datos, sino saber ser fiel a los mismos, que es a lo que realmente temía la oposición. Porque «Zero Dark Thirty» muestra las torturas, matanzas y métodos de espionaje ilegal de la CIA con una naturalidad que compromete para el futuro las actuaciones del Pentágono.

En todo momento se habla de matar a Osama Bin Laden, y nunca de capturarlo. La recreación del operativo militar secreto en Abbottabad es narrada con una precisión descarnada. Los miembros del grupo de asalto van llamando por su nombre a cada uno de los ocupantes de la casa, y en cuanto hacen acto de aparición disparan sobre ellos a sangre fría. Otro tanto sucede con el líder de Al Qaeda, que es el último en caer. Una vez que el cadáver de OBL llega a la base, la agente con nombre en clave que protagoniza la historia se encarga de hacer un simple reconocimiento visual (sic).

 

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