La propuesta es brillante. El Gobierno portugués ha invitado a sus ciudadanos a conservar la salud a fin de rebajar el gasto público. «Si cada uno de nosotros -dice el secretario Leal Costa- no hacemos algo para no ponernos enfermos el Sistema Nacional de Salud será insostenible». Esto aún no se le había ocurrido al Sr. Rajoy. De momento parece que en España se prefiere ahorrar dejando a los pensionistas sin comer, que es mucho más fácil como método. Un pensionista no aguanta el ayuno más allá de dos meses. Después es baja definitiva. Evitar la gripe por medio de la voluntad del individuo es más propio del heroísmo lusitano, que tan bien describe Camóes en «Os Luisiadas». Un portugués sano, pese a todo el esfuerzo que le suponga mantenerse así, siempre es un contribuyente al que es posible estrujar más. Pero el Sr. Montoro quiere muertos a los españoles, quizá porque tema que dentro de tres años vuelvan a votar socialista. Se ve que tenemos un Gobierno más consciente de la situación política y del carácter vengativo de sus súbditos. El Sr. Rajoy ya dijo en su momento «que hay que hacer lo que se debe hacer».
Pero ¿cómo se puede soslayar la enfermedad? Quizá baste con ocultar los síntomas. Por ejemplo, evitando los estornudos. Un portugués que no estornude no tiene porqué acudir al médico. Y para lograrlo basta con comprimir la nariz. Eso tan simple ahorra un puñado de euros. Repito, la idea del secretario del Sistema de Salud lusitano no es ninguna tontería. Pero es cosa de héroes, como escribe Camóes en sus versos: «Encubren en el pecho el dolor/ de la muerte, y la hacienda ya perdida,/ de amargura, deshonra y triste enojo/ de ver a otro triunfante de su despojo». Pienso al leerle que Cámoes debió pasar por Bankia antes de irse nada menos que a Cantón.