Laporte fue expulsado en la primera parte
El equipo rojiblanco regala tres puntos y ya mira abajo
Cinco minutos duró el Athletic. Los justos para jugar bien y ponerse en ventaja con gol de Aduriz. De ahí en adelante, se olvidó de ir a ganar y salió goleado por un Levante ramplón que apenas sí hizo lo justo.
LEVANTE 3
ATHLETIC 1
Joseba VIVANCO
Turrón del duro para acabar el año ante el Zaragoza y carbón para comenzar el nuevo curso ante el Levante. Y lo malo es que partido tras partido, este Athletic no transmite... nada de nada. Los levantinos pidieron tres puntos como regalo de Reyes y sus Majestades de Oriente le concedieron el deseo trayéndoles a este Athletic como rival. No hay paños calientes que valgan. Ni siquiera la vena goleadora de Aduriz ni las intervenciones salvadoras de Iraizoz son ya suficientes para rascar algo.
O es Marcelo Bielsa el que no da con la tecla, o directamente el piano desafina y no hay partitura que lo soporte. El viernes próximo, ante el Rayo Vallecano en casa, la cosa toma tintes dramáticos, por mucho que estemos a mitad de temporada, porque de dejarse puntos de nuevo la confianza que busca desesperamente este equipo y que, como admitió ayer Bielsa, ahora mismo le falta, puede alejarse más y más. No hay felicidad en su fútbol, no hay arroz con frijoles, como diría el brasileño Toninho Cerezo. Y cuando uno se mete de lleno en ese bucle vicioso de si algo puede salir mal, saldrá mal... malo.
Semana larga, demasiado larga la que espera a los rojiblancos. Semana para trabajar a pie de césped, pero también para reflexionar y para comerse el coco de puertas adentro. No valen ya frases grandilocuentes, bocas llenas ni vestuarios juramentados para la galería. El equipo debe asentar más que su juego su cabeza, creer en él mismo y apretar puños. Semanas atrás se esperaba de los leones que poco a poco dieran con un juego parecido al de la temporada pasada, que por chispazos había aparecido en algunos encuentros de esta campaña y que incluso ayer vimos con optimismo y esperanza durante los primeros diez minutos de partido. Pero tras comprobar cómo ese espejismo que hasta se tradujo en el 0-1 de Aduriz se deshacía como un azucarillo por falta de carácter, de creer en lo que uno hace, está claro que es hora de buscar motivaciones, o como dirían en el Calcio italiano, tirar fuori i coglioni, o sea, ser duro y echarle huevos.
Qué pena volvió a dar ayer el Athletic. Qué poco transmite este equipo. Ilusionó en sus primeros minutos, con un Levante que por Reyes le regaló el balón, un conjunto bilbaino que entró con el pie derecho en el choque, que tocaba y llegaba, que apabullaba en posesión y verticalizaba. Avisó Muniain desde lejos en uno de sus esmirriados chuts de torneo alevín y fue a los cinco minutos cuando entraron en escena los ratones colorados. Banda derecha del Athletic, paciencia, botas de seda, gusto por la pelota, recreación, Herrera se gira, ve la diagonal de Iraola, la eleva, el de Usurbil la sirve fría desde la línea de fondo y Aduriz cruza a la red. Gol número 11 del donostiarra, que ya encabeza la tabla de anotadores de cabeza, la misma que Llorente lideró las últimas tres campañas.
Los de Marcelo Bielsa se ponían por delante en el marcador ante un Levante europeo que no había dado síntomas de vida. Era el minuto 5... y el Athletic había dicho ya todo lo que tenía que decir en este partido. Ante un Levante al tran-tran, sin presionar arriba, que seguía reñido con la pelota, los rojiblancos renunciaron a su propuesta inicial y al cuarto de hora Roger avisaba e Iraizoz salvaba el empate. Un posterior taconazo del propio Roger fue el preludio del golazo del alemán Lell. Ibai, que desde ya hacía minutos miraba más a su propia portería que a la rival, llegaba tarde a tapar a su par y este se la colaba de trallazo a un Iraizoz que se veía sorprendido. Bielsa saltaba del banquillo. Se veía venir.
Empató casi sin quererlo y el Levante tan pancho. El choque no caía ni de un lado ni de otro. Los locales no iban, los visitantes ni venían. Gurpegi, en su papel de volante, literalmente no estaba y más de uno miraba a un Iturraspe sentado en la grada; Muniain, de cabalgata de Reyes; Ibai y Susaeta, más querer que poder. Y en ese equilibrio de sinsabores, en esa sopa sin sal, el fútbol vino a poner los pies en el suelo al joven Aymeric Laporte. Había estado el francés firme en la zaga, con algún corte de balón providencial, un par de acciones individuales en que conjugó técnica y osadía con excesivo riesgo, y en una de ellas, esa confianza le traicionó: calculó mal un bote siendo el último hombre y para enmendarlo se llevó por delante a Roger. Roja directa. Un hombre menos. Si algo puede ir mal, irá mal.
Minuto 42. Dos después, balón aéreo que la defensa bilbaina no acierta a despejar, Ballesteros gana el salto a De Marcos y el esférico lo aprovecha Iborra, de cerca, con Iraizoz a media salida. Expulsión y 2-1. El Levante, macerando aun el turrón navideño en el estómago, sin despeinarse, se iba al descanso con ventaja en el marcador y en jugadores. Y por si faltara el brindis, Bielsa `castigaba' a Muniain y lo sentaba para dar entrada a Amorebieta sin esperar a irse a vestuarios.
Llorente por Aduriz y ovación
Poco se podía esperar de la segunda mitad. El Levante salió a lo mismo, esperar, regalar la pelota y ya caerá el tercero. Y acertó. Es verdad que el Athletic intentó hacer algo -dejémoslo ahí-, que Herrera se echó el equipo a la espalda, que no se notó ese hombre menos, pero con la intención no bastaba, sobre todo porque los granotas se defendían con ocho hombres si hacía falta. Tonterías, las justas.
Dos destellos de Aduriz hacia el minuto 60 -una jugada individual que si acaba en gol revoluciona el partido- tuvieron la réplica en un uno contra uno de Roger que Iraizoz salvó a córner. Saque de esquina que terminaría con el balón a pies de El Zhar, quien de tiro raso y ajustado al palo desde fuera del área hacía el tercero. Ahí se acabó todo, si no estaba ya todo dicho.
Un buen disparo lejano de Herrera dejó paso al inexplicable cambio de Aduriz por un Llorente al que le siguen regalando inmerecidos minutos y sonrojantes ovaciones de gala, como ayer hicieron Bielsa y el público de Levante. Quedaba un cuarto de hora y de ahí al final lo más destacado fue la ola con la que la afición levantina celebró haber sumado tres puntos tan fáciles. El Athletic necesita de diván. Pero ya. El aliento de los de atrás lo siente en su cogote.
Marcelo Bielsa no tuvo reparo, como siempre, en diseccionar a los suyos y analizar qué le pasa al equipo. Y ayer apuntó una de las respuestas: la falta de confianza. «Como sucede cuando se desarrollan rachas tan largas y negativas, pierde confianza en sí mismo y no se atreve aun cuando las evidencias lo facilitan. Por eso nos está costando tanto interrumpir estos resultados insatisfactorios». Lo que le preocupa, dijo, es «ganar a los rivales ganables, como en este partido».
Afirmó tras la derrota que su equipo perdió ante un rival accesible por las concesiones dadas y admitió que el revés fue merecido. «Fue un Levante menos difícil de lo que esperábamos, pero a pesar de ello nos ganó. Fue capaz de revertir una situación adversa porque no supimos imponernos tras habernos adelantado en el marcador», agregó Bielsa. El técnico argentino admitió que su equipo había dado sensación de fragilidad y había cedido el protagonismo ante un Levante que no había estado a la altura de lo que es habitual en su juego defensivo y de contragolpe. «El 0-1 no nos liberó», explicó el rosarino, quien enfocó la pérdida de los tres puntos hacia el hecho «del prematuro abandono del protagonismo por nuestra parte. Era un partido donde había espacios, facilidades, comodidad para jugar, e hicimos todo lo contrario. Frente a la comodidad de jugar frente a un rival que no puede jugar como quiere, en ese aspecto está el motivo de nuestra derrota. Tras el gol hicimos una pausa innecesaria en el dominio y aunque en la segunda parte fuimos más profundos, pagamos lo hecho en la primera». Sobre la expulsión de Laporte, su opinión es que «no vio al rival y al girar no tuvo tiempo para rectificar. Fue una lástima porque había sido de los mejores hasta entonces», lo valoró.
La sangría goleadora de los rojiblancos, que ayer encajaron tres tantos más, no es nueva. El Athletic es ahora mismo el equipo de Primera que más goles ha recibido en las 13 temporadas celebradas en este siglo XXI. Suma ya 700 goles en contra, seguido por el Mallorca, con 677, Espanyol, Racing de Santander y Osasuna. Pero el preocupante dato no queda ahí. A lo largo del año natural de 2012, el navarro Gorka Iraizoz fue el portero más goleado de Primera, con 67 tantos recibidos, seguido de Munua, con 55, Roberto, Moyá, Dudu Aouate y Andrés.
J.V.