Iñaki LEKUONA | Periodista
El Estado del jefe
Con Francia asomada al borde del estancamiento económico, François Hollande medita sobre el futuro de su país y el suyo propio. A pesar de haber sido elegido con una amplia mayoría, su popularidad baja al ritmo que suben la incertidumbre social y el paro. La situación del jefe de Estado galo no es en absoluto envidiable; tampoco la de su partido.
Todo lo contrario que en Madrid, donde Juan Carlos de Borbón, de abolengo francés y de gesto sueco, dice estar «en forma» y «con ilusión» a sus 75 inviernos. En una de las entrevistas menos profesionales de los últimos tiempos, el jefe del Estado español reconoció que no medita abdicar, aunque viéndole es posible que no medite en absoluto. A pesar de que fue elegido por una amplia minoría, la que rodeaba al dictador Francisco Franco, su incomprensible popularidad parece no resentirse incluso en estos momentos de crisis económica que afecta a todos los partidos.
Vladimir Putin medita sobre ello, lo de ser rey por proclamación oligárquica, en lugar de presidente electo por un partido. Y como todo monarca que se precie tiene que disponer de bufón, acaba de contratar a Gérard Depardieu, perfecto para el papel. Entre otras cosas por el corte de mangas que ha dedicado a sus compatriotas, especialmente a Hollande. Un Depardieu español nunca habría hecho lo propio con el Borbón, porque su Majestad sigue siendo asombrosamente intocable. Podría decirse que el estado del jefe español es envidiable, el de su Estado ya es otra cosa. Dentro de poco se convertirá un jefe en forma e ilusionado pero de un Estado partido. Y entonces sí, nos reiremos de sus bufonadas, porque serán las de un rey extranjero.