De la cantidad de imágenes que dejó la derrota de la Real en el campo del Real Madrid, la más reseñable fue la que recogió una indignación poco habitual en Xabi Prieto cuando acababa el partido. El único jugador realista que ha ganado en el Bernabéu marcó por vez primera como profesional tres goles y salió no solo con la amargura que deja cualquier derrota, sino con el agravante de sentir que su equipo arrojó a la basura una oportunidad histórica que difícilmente se le volverá a presentar.

Xabi Prieto marcó tres goles en el mejor escenario posible, en el mismo en el que contribuyó con dos a la última victoria realista cuando era un chaval hace nueve temporadas. Ayer se convirtió en el jugador, junto a Mendieta, que más goles ha marcado en Liga en el Bernabéu con seis, en el primer realista en marcar tres en un partido de Primera desde 1996 y, sin embargo, salió derrotado porque la gran mayoría de los realistas actuaron ante una oportunidad histórica como si de un recreo de un patio de colegio se tratara, sin intensidad ni la responsabilidad que se debe tener cuando se representa a una afición.

Porque no vale la excusa de la gastroenteritis. Xabi Prieto fue uno de los afectados y jugó su mejor partido. Los efectos de una enfermedad no desaparecen cada vez que el rival mete un gol, que fueron los únicos momentos en los que los realistas parecían asumir que se encontraban en un partido de fútbol en el que había que buscar la portería rival y no en un torpe ejercicio de posesión.

Un equipo puede perder contra diez en el Bernabéu porque es tal la calidad del rival que lo puede compensar, pero no es de recibo esa actitud en un partido que se pone cuesta abajo con un guión que no se le habría ocurrido al más forofo de los realistas.

Con todo a favor, la Real permitió al Madrid marcar cuatro goles y pudo lograr ocho porque envió dos balones a los palos y tuvo 24 remates a pesar de que jugó casi 90 minutos con uno menos y la mayoría de ellos se los pasó atrincherado en su campo porque, en el día de Reyes, quiso regalar el balón a los realistas para que jugaran con él como si fueran unos niños.

Y lo cierto es que en muchos momentos la Real parecía un equipo de infantiles, que se pasaban el balón entre unos y otros sin ningún sentido de la responsabilidad, sin recordar que hay zonas del campo en las que no se pueden asumir riesgos y sin tener presente que tenían como rivales a jugadores de primera talla mundial.

Con todo a favor

Esa irresponsabilidad permitió al Madrid ganar un partido en el que tuvo todo en contra menos el gol que marcó al primer minuto en una sucesión de malas decisiones. Eso permitió a Khedira pasar sin oposición a Benzema, que aprovechó que De la Bella ayer no tenía la concentración adecuada y olvidó que un lateral nunca puede estar por detrás de sus centrales.

Ese error -tuvo otro similar que un asistente desactivó al sancionar un fuera de juego inexistente- quedó compensado porque Adán no soportó la presión que le trasladó Mourinho y primero erró un pase a Carvalho y luego cometió el penalti a Vela que supuso su expulsión.

Xabi Prieto marcó y el Madrid no solo jugó con diez casi 90 minutos. También Casillas demostró que hasta los mejores salen perjudicados por los debates y tuvo dos errores iniciales, -el primero casi lo aprovecha Xabi Prieto- y vio cómo entraban los únicos balones que los blanquizules enviaron a su portería con un mínimo de peligro.

Los realistas olvidaron que el fútbol es un juego que consiste en buscar la portería rival y evitar que el rival encuentre la propia. Fue una tarde de decisiones desafortunadas. Estrada hizo una entrada sin sentido a Ronaldo que costó su primera tarjeta, como Zurutuza, que también se olvidó de que cuando se aleja el balón en un corner hay que salir para no habilitar a tres jugadores rivales como pasó en el 2-1.

Falta de intensidad

La Real volvió a reaccionar enseguida con el segundo gol de Xabi Prieto, pero si en todo el primer tiempo jugó sin intensidad, velocidad y profundidad, esa tendencia se agudizó en los primeros 25 minutos del segundo. Fueron especialmente lamentables con cantidad de pases en zonas de alto riesgo y esa falta de tensión permitió a los madridistas recuperar el balón en el centro del campo y lanzar a Ronaldo y a Benzema.

El portugués marcó dos goles -el segundo con la colaboración de un Bravo que tiene un serio problema de concentración en las faltas- y Xabi Prieto solo pudo dar emoción al partido durante cinco minutos. Los que necesitó Iglesias Villanueva para sucumbir ante la presión de Karanka y Xabi Alonso, que protestaron una acción de Mikel González que no podía ser castigada con su segunda tarjeta y provocaron que Estrada cayera en la trampa y fuera expulsado.

Quedaban catorce minutos para jugar en igualdad numérica, pero si la Real no había sido capaz de jugar bien en superioridad con todo a favor no iba a hacerlo con viento en contra. Y Montanier entendió que se podía perder un partido, pero no dos en un día y retiró a Zurutuza y De la Bella para evitar que también vieran tarjetas que les impidieran jugar ante el Depor.