Tenga por apellido Llorente o Amorebieta, incluso Lamikiz o García, lo cierto es que el nombre de Fernando asociado al Athletic se ha convertido en una pesadilla. El parón navideño, tan bien aprovechado por el `nueve' para abrir negociaciones con la Juventus o acudir a Tenerife a broncearse y pagar favores al predicador radiofónico que más ha contribuido a airear las insidias que preparaba su entorno, no ha resultado tan provechoso, en cambio, para el Fernando central, que aún se debate sobre qué hacer con su futuro.

Amorebieta ha seguido una táctica dilatoria censurable parapetado tras la polémica por la salida de un Llorente, cuya insostenible situación aburre ya a afición y plantilla. Y desde la pasada semana es libre para negociar con quien quiera, para intentar mejorar esos 1,8 millones de euros libres de impuestos durante cinco campañas, que parece haber recibido como oferta definitiva e indefinida, considerada excesiva hasta por algún miembro del cuerpo técnico.

Resulta exagerada no solo en la actual coyuntura económica, sino teniendo en cuenta que se trata de un futbolista sobrevalorado, el más expulsado de la historia del Club, que no dudó recientemente en priorizar su internacionalidad sobre preservarse de una posible lesión, y con un rendimiento deportivo cuestionable desde que debutara en 2005. Si por algo se ha caracterizado este equipo el último lustro ha sido por el desastroso balance defensivo, y de Amorebieta, titular en casi todas esas temporadas, tan solo se puede decir que ha destacado en el primer ejercicio de Caparrós como técnico y de la mano de ese tal Marcelo Bielsa al que cierto sector del vestuario dicen que denosta.

Puede que ahora se esté pagando el peaje por la frivolidad de aquel que decidió etiquetar como `estratégicos' a ciertos miembros de esta plantilla. Pero ha llegado el momento de detener esta espiral. En el Athletic, tradicionalmente, jugaban quienes querían hacerlo, a cambio de fichas generosas pero inferiores a las que el mercado les ofrecía.

Algo importante falla cuando futbolistas criados en Lezama prefieren no continuar incluso con ofertas económicas iguales o superiores a las que el mundo del fútbol les traslada. Puede que sea un fracaso institucional, como lo definió Urrutia, o como se quiera definir, pero ha llegado el momento de actuar. Si Amorebieta quiere seguir debe anunciarlo de inmediato, independientemente de los pleitos que pueda tener con su exrepresentante. Si no, será la hora de mirar hacia abajo, apostar por la cantera y de que vistan la zurigorri quienes verdaderamente quieran hacerlo.

Decía un reciente informe del profesor Gay de Liébana que el Athletic es el único club, además de Madrid o Barcelona, cuya supervivencia económica es posible. Y no es baladí. Que le pregunten a Aduriz, que bien sabe que una cosa es firmar contratos millonarios y otra llegar a cobrarlos. Ahora, la pregunta que lleva haciéndose San Mamés desde agosto, como bien escribía recientemente Juan Carlos Latxaga en `Juego de Cabeza', cambia de Fernando. Y Amorebieta ¿qué?