If not for you / baby I couldn't find the door / couldn't even see the floor / I'd be sad and blue / if not for you. De esa manera tan original, cantando un tema de Bob Dylan, agradecía Pia Sundhage este pasado lunes en la gala de la FIFA el galardón que le reconocía como la mejor entrenadora de un equipo femenino en el año 2012.

Tampoco es la primera vez que la técnica sueca se suelta ante los micrófonos. Recurrió a Simon & Garfunkel en una rueda de prensa durante el Mundial de Alemania, o al «Jailhouse rock» tras su último partido al frente de Estados Unidos. Forma parte del carácter de Sundhage, «la más exigente y perfeccionista de las entrenadoras, pero con la que siempre está asegurada la diversión», explica su expupila Heather O'Reily, buena conocedora de la afición de la entrenadora por la música, a la que recurre habitualmente en el vestuario o en las concentraciones. De ahí la guitarra, expresamente fabricada para ella y firmada por todo el equipo, que le regalaron las jugadoras estadounidenses tras el 6-1 frente a Australia con el que puso punto final a su andadura al frente de la selección norteamericana.

Claro que Sundhage no ha pasado a la historia por su habilidad con la guitarra o por su voz, sino por una carrera que, entre césped y banquillos, se prolonga ya durante casi 40 años. Una carrera que, en opinión del especialista en fútbol estadounidense Martin Rogers, la convierte en «una leyenda viva».

«El hecho de que el fútbol femenino atraiga a una audiencia menor que su homólogo masculino es la única razón», según Rogers, por la que Pia Sundhage «no sea incluída habitualmente en el grupo de Ferguson, Mourinho o Del Bosque».

Entre las jugadoras del siglo

Antes de que la sueca se ganara admiradores tan fervientes como entrenadora ya se había convertido en una leyenda como futbolista. Tanto como para concluir en la sexta plaza la votación que organizó la FIFA en el año 2000 para elegir a la mejor jugadora del siglo XX.

Durante más de veinte años, Pia Sundhage defendió la camiseta de media docena de equipos -incluyendo la Lazio italiana-, con los que conquistó cuatro Ligas y cuatro Copas suecas, cuando la Damallsvenskan era, probablemente, el mejor campeonato del mundo. También protagonizó el mejor momento de la selección nórdica, con la que disputó 150 partidos, marcó más de 70 goles y conquistó la primera Eurocopa de la historia -anotando, además, el gol definitivo de la final en la tanda de penaltis frente a Inglaterra-, así como medallas de plata y bronce en el propio torneo continental y en el Mundial.

Aunque el único oro de Suecia en una cita de primer nivel es, precisamente, ese primer puesto en la Eurocopa de 1984, la suya era una de las candidaturas a tener siempre en cuenta en las décadas de los 80 y los 90, e incluso en los primeros años de este milenio, pero ha ido diluyéndose con el paso del tiempo.

Incluso a nivel de clubes, donde el protagonismo de Djurgarden y, sobre todo, Umea -dos veces ganador y otras tres finalista- en la Champions League empieza a perderse en el recuerdo. La última alegría de la selección sueca llegó en el Mundial, hace dos años, cuando se hizo con el bronce y solo la -a la postre- campeona Japón fue capaz de derrotarle en todo el torneo, en su cruce de semifinales.

Pero las alegrías llegan con cuentagotas para un equipo que en la Eurocopa no pisa el podio desde hace una década y que en los Juegos Olímpicos tampoco ha podido superar la frontera de los cuartos de final desde que conquistara la medalla de bronce en Atenas 2004.

Algo que no puede, o al menos no quiere, permitirse en su próxima cita, la Eurocopa del próximo mes de julio, en la que ejercerá de anfitriona. Y en la que se ha volcado todo el país con la esperanza de volver a tiempos mejores. Se inaugurarán nuevas infraestructuras, se incrementará la cobertura mediática y, sobre todo, se estrenará al frente del equipo la hija pródiga, Pia Sundhage, que hasta ahora se había tenido que conformar con las categorías inferiores. Con éxito, como no, como demuestran las tres medallas que ganó con la sub 19.

De récord

Llegó después la aventura americana, con Philadelphia Charge y Boston Breakers primero y, tras volver a Suecia, pasar por Noruega e incluso China, hacerse cargo de la selección estadounidense -puesto al que accedía por primera vez una extranjera, y por segunda una mujer-.

No se arrepintieron de su decisión en la Federación Estadounidense. Sundhage accedía al cargo en noviembre de 2007 y, nueve meses después, se había adjudicado el Cuatro Naciones de China, la Copa Algarve, el clasificatorio de la CONCACAF en México, la Peace Queen Cup en Corea del Sur y, sobre todo, los Juegos Olímpicos de Pekín.

En los cuatro años posteriores les ha añadido un subcampeonato Mundial, otro oro olímpico en Londres, un sinfín de torneos menores y el mejor porcentaje de victorias en la historia de la selección estadounidense.

Llegó a un equipo con problemas deportivos y ambientales para conseguir devolverlo a la cumbre. Un camino que ahora espera repetir en casa.