El candidato al Pentágono desmiente frialdad con Israel y tibieza con Irán
Amenazado de veto por sus correligionarios republicanos, el candidato de Barack Obama al cargo de secretario de Estado de Defensa, Chuck Hagel, rechaza que sus críticas a los lobbies judíos supongan una posición antiisraelí. No obstante, su postulación no ha pasado desapercibida en Tel Aviv. Asimismo, el veterano de Vietnam defiende el multilateralismo diplomático como medio de presión contra Irán.
GARA | WASHINGTON
Chuck Hagel, propuesto or el presidente Obama como próximo jefe del Pentágono, afirma que sus detractores han «distorsionado completamente» sus posturas sobre Irán o Israel.
En entrevista al diario «Lincoln Journal Star», el exsenador republicano por Nebraska anuncia que ahora tendrá la oportunidad de demostrar su «apoyo total e inequívoco a Israel» y su respaldo a las sanciones internacionales contra Irán.
«No hay ni una pizca de prueba de que soy antiisraelí, ni un solo voto que cuente y que perjudique a Israel», afirma el veterano de la Guerra de Vietnam al diario del estado al que representó en la Cámara Alta.
«No me sumé a ciertas resoluciones porque eran contraproducentes», explica Hagel, seleccionado por Obama para sustituir a Leon Panetta en la cartera de Defensa. Se refiere así a su oposición a algunas medidas impulsadas por el Comité de Asuntos Públicos Estadounidense Israelí, uno de los principales lobbies judíos en Washington.
En unas declaraciones en 2008 recogidas en un libro por el analista Aaron David Miller, Hage denunció que «el lobby judío intimida a mucha gente». Además de acusar al comité proisraelí de hacer «cosas estúpidas» e insistir en que «no creo que obre en el interés de Israel», sentenciaba que «yo soy senador de EEUU, no de Israel».
Un republicano «sui generis»
Hagel es un multilateralista cuya experiencia en Vietnam -recibió dos condecoraciones y fue herido otras tantas veces- le convirtió en renuente a la hora de enviar a soldados estadounidenses a la guerra.
Pese a su coincidencia con los postulados republicanos en política interior, y a que votó a favor de la invasión de Irak, su postura crítica hacia «una de las mayores equivocaciones en materia de política exterior desde Vietnam» le han granjeado a su vez muchos enemigos entre sus correligionarios. Amigo íntimo de John McCain, le apoyó en las primarias de 2000 frente a George W. Bush, pero le negó su apoyo en 2008 frente a Obama, con quien coincide casi al 100% en política exterior.
Todo ello explica la inquina que genera en la bancada republicana, que podría vetar su nombramiento. A ello hay que sumar su posición contra las sanciones unilaterales a Irán y su apuesta por el diálogo directo con Teherán, además de su apuesta por reducir, que no derogar, el bloqueo a Cuba.
Inquietud de Israel
El presidente del Parlamento israelí, Reuven Rivlin, criticó la elección de Hagel por Obama, «que no influye únicamente en Israel sino en el conjunto del equilibrio estratégico mundial. La teoría del `espléndido aislamiento' defendida por Hagel (en referencia a su reticencia a las intervenciones militares) modifica la estrategia americana en el mundo», insistió.
La prensa israelí aparecía dividida. Mientras algunos diarios insistían en que la decisión de Obama está dictada por una estrategia global en la que Israel contaría poco, «Yediot Aharonot» la calificaba de «la peor pesadilla para el gobierno de derecha de Netanyahu». El gratuíto «Iasrael Hayom» iba más allá y calificaba su elección de «utópica y temeraria».
El portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Ramin Mehmanparast, mostró si esperanza en que el nombramiento de Chuck Hagel conlleve «cambios prácticos» en la política exterior de Washington y que EEUU «se vuelva respetuoso respecto a los derechos de las naciones». En la entrevista, Hagel desmintió su tibieza ante el programa nuclear de Irán y recordó que siempre ha apoyado las sanciones multilaterales contra Teherán
Amnesty International (AI) instó a Obama a revaluar su promesa incumplida de 2009 de cerrar el centro de detención en Guantánamo (Cuba) y comprometerse a resolver la situación de los 166 que siguen prisioneros.
AI, que reiteró la exigencia del fin de los juicios militares, hizo su petición en vísperas del undécimo aniversario del traslado de los primeros prisioneros a Guantánamo y de la investidura de Obama para su segundo mandato el próximo 20 de enero.
Además de seguir sin cumplir su promesa cuatro años después, Obama promulgó el 2 de enero una ley de Defensa que limita la transferencia de detenidos de Guantánamo a terceros países o a EEUU.
El llamamiento de AI coincide con la nominación por parte de Obama de John Brennan como jefe de la CIA.
Fue vicedirector de la agencia de espionaje entre 2001 y 2003, en plena deriva «antiterrorista» de Bush. Favorito de Obama para dirigirla en 2009, fue vetado por el ala izquierda demócrata por su justificaciómn abierta de las torturas a detenidos. «En los interrogatorios hay que quitarse los guantes» justificó. Su reciente defensa del cierre de Guantánamo le ha servido para sortear ese veto. No es para nada casual que este veterano espía que se declara «ni demócrata ni republicano» no tenga que temer la oposición de los republicanos.
Brennan es uno de los artífices de la estrategia de bombardeos con drones en Pakistán, Afganistán y Yemen, que se han saldado con la muerte de miles de personas, muchas de ellas civiles. Supervisó directamente la ejecución extrajudicial de Bin Laden en mayo de 2011 en su refugio paquistaní. GARA
Drones estadounidenses bombardearon dos objetivos en Waziristán Sur que se saldaron con una decena de muertos, identificados como talibanes por Washington. En los días que va de año se han computado ya media docena de ataques.