Una terca voz en off se escucha de principio a fin en «El muerto y ser feliz»
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
La influencia del Zinemaldi en las nominaciones a los Goya se deja sentir cada vez más, y ahí está José Sacristán como un de los máximos favoritos a hacerse con la estatuilla de Mejor Actor, premio con el que ya se hizo en Donostia. Repite, no obstante, el registro de viejo decadente que lucía en «Madrid, 1987» de David Trueba.
Su personaje de «El muerto y ser feliz» es menos realista, tratándose de un asesino a sueldo en fase terminal que realiza un viaje de huida hacia adelante por carreteras argentinas. Conecta con los mitos de la serie negra y la distorsión genérica de la ficción a lo Godard.
Con audiocomentario.
La originalidad que se le supone al nuevo experimento de Javier Rebollo consiste en incluir durante toda la película el audiocomentario, que hasta ahora solo se incluía en los extras del DVD como material complementario, pero nunca de primera mano. La tan odiada voz en off se convierte así en la máxima protagonista gracias a su omnipresencia a lo largo de la narración. La locución no se limita a describir oralmente lo que el espectador ve con sus ojos, sino que resume lo que ya ha visto y se adelanta a lo que va a ver, en un molesto y provocativo next coming. Pasa por ser una constante redundancia que remarca lo errático de una película de carretera desnortada y que gira sobre sí misma.