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Fernando Mijangos Director del título propio Gestión y Tratamiento de Residuos (UPV)

Análisis de ciclo de vida en las basuras

Es tonto, absurdo, acientífico y denota prepotencia que todos nuestros esfuerzos cotidianos se queden en agua de borrajas, ya que se recogen conjuntamente y se llevan a una incineradora

Al leer este título se puede pensar que nada tiene que ver conmigo, pero voy a intentar contar de manera natural algo que la mayoría de las personas hacemos en nuestra vida cotidiana, aunque no pensemos en análisis de ciclo de vida ni en residuos.

Sea quizás debido a que nuestros hijos e hijas, el pan nuestro de cada día para los y las enseñantes, vienen cada vez más concienciados en los temas de respeto al medio ambiente, ecología, aprovechamiento de recursos naturales, reciclaje... o quizás debido al aprendizaje de las personas adultas a través del diálogo, el hecho cierto es que a la hora de depositar las basuras en nuestros hogares, cada vez prestamos mayor atención a la separación de residuos y a llevarlos al sitio que les corresponde. Así, echamos en una bolsa de papel los periódicos, revistas, cartas, cartón... que en nuestro habitual hacer aparecen por casa. Al igual que separamos el vidrio en otro recipiente y lo llevamos al lugar de recogida del vidrio, en otra bolsa recogemos a una el plástico, las latas y el tetrabrick.

Quizás seáis como el menda y tengáis un recipiente para ir echando los restos de los aceites usados al freír nuestra comida y os hayáis olvidado de la práctica de echarlo por la fregadera, eso sí, mirando que ninguno de nuestros familiares y/o amigos nos vea al hacerlo, por eso de la vergüenza ajena. Tendréis suerte si alrededor tenéis un contenedor para depositar el aceite recogido cuando la botella esté llena.

Qué os voy a contar yo de querer echar en la basura doméstica alguna pila o aparato electrónico, bombilla fundida o similar; hemos aprendido a llevarlos a sitios para su recogida y posterior procesamiento, separándolos de la bolsa para eso que solemos llamar residuos orgánicos.

Cada noche vamos recogiendo en una bolsa los restos de las comidas que hemos realizado, desperdicios de las patatas, puerros, ensaladas, restos de las comidas, naranjas, frutas, restos de carne pescado y parecida fauna y flora. Lo echamos a la bolsa y cada dos o tres días lo echamos al container de la calle que utilizamos para residuos sólidos orgánicos (lo cuento yo que soy de «Costa Rica»=Algorta; en Gipuzkoa puede que sea diferente).

Yo llevo un tiempo que me estoy preguntando por qué existen contadores de agua caliente en nuestras casas y me dicen que el que más agua caliente gasta tiene que pagar más. Emplean la misma lógica para decirme que el que gasta más gasolina tiene que pagar más que quienes viajamos andando o en bicicleta. Tiene una cierta lógica, me digo yo, pero realizan un cierto bucle o tirabuzón cuando yo les pregunto por qué no se aplica la misma lógica a la hora de depositar los residuos en la calle. En principio, aquellos hogares que depositen menos deberían pagar menos; ¿pero cómo se sabe lo que cada hogar deposita en la calle? ¿No podemos medir lo que cada hogar gasta en agua caliente?

Hemos hecho esfuerzos para irnos acomodando a los nuevos tiempos, a vivir en sociedad, a sacar a Euskal Herria de esa fama de pueblo sucio lleno de vertederos incontrolados, de depositar las basuras donde y cuando quisiéramos, de que los puertos y playas estuvieran llenas de galipote, para ir poco a poco reciclando, dando una segunda vida a enseres reutilizables, y sobre todo, gracias a separar, posibilitar que las técnicas de reciclajes se hayan vuelto competitivas.

Es tonto, absurdo, acientífico y denota una prepotencia rayando con las mejores fortunas que todos nuestros pequeños esfuerzos cotidianos se queden en agua de borrajas, ya que se recogen conjuntamente y se llevan a una incineradora para que sean quemados y así se reduzca su volumen antes de ser depositados en un basurero. Nos dirán que al ser quemados se aprovechará parte de su capacidad calorífica para generar energía eléctrica vía fuentes de energía renovables.

Cuando cierro los ojos par dormir y pienso en el tratamiento integral que se quiere dar al tema de los residuos en Gipuzkoa, se me escapa una pequeñita sonrisa en la comisura de los labios. Ojalá tuviera yo un sitio para poder depositar mis residuos orgánicos y poder hacer compost, dar a la materia orgánica un nuevo ciclo de vida en el cual yo no tenga que gastar energía para quemarla, sino que con el paso del tiempo se vuelva un compost de primera clase. Y Algorta, al igual que la mayoría de los ayuntamientos de nuestra zona, necesita materia orgánica que soporte la vida.

Sobre estas cosas y más estamos reflexionando y estudiando en el título de postgrado que estamos ofertando este curso académico la UPV/EHU en colaboración con la UEU. Se denomina Gestión y Tratamiento de Residuos, con el afán de aportar un poco de luz en un tema que ha dejado de ser racional para llegarlo a convertir en falsa seña de identidad, tanto como puede ser para un o una amante del fútbol el tener que posicionarse a favor de un equipo u otro, o según de qué partido seas, viva la incineración. Que gane el mejor.

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