Otro día en la oficina en el Mundial. España resolvía su compromiso ante Egipto, aunque sin brillantez, mostrando incomodidad ante la presionante defensa africana y, aunque la victoria no peligró en ningún momento, el parcial de 4-0 que acercaba a los egipcios mediada la segunda parte desde el 16-23 al 20-23 hizo torcer el gesto a más de uno.

La solución llegó enseguida con un 0-5 (20-28) que garantizaba un final tranquilo, pero el gris partido traía a la mente las reflexiones de un mito como el montenegrino Veselin Vujovic, exjugador de la Metaloplastika de Sabac, Barcelona y Granollers, que declaraba ayer en una entrevista en «El País» que en su opinión los jugadores de la selección española «no tienen suficiente calidad para ser campeones del mundo. No digo que no sean capaces, porque además todos los equipos que juegan en casa se crecen». Una voz discordante, pero bastante cualificada.

Por cierto, ayer se desvelaba que Juan Carlos Pastor, entrenador del Valladolid, que había anunciado que no seguiría en el club castellano la próxima temporada -y que dirigió a la selección española que se proclamó campeona mundial en Túnez-2005-, entrenará al Pick Szeged húngaro la próxima campaña.

En el único duelo del día entre europeos Serbia ganó a Bielorrusia porque los balcánicos disponen de varios hombres resolutivos donde los bielorrusos solo tienen uno, el polifacético jugador del Barça Siarhei Rutenka, que ejerce de lateral izquierdo en su selección y apunta como aspirante a máximo goleador del torneo, mientras intenta meter a Bielorrusia en octavos.

Rutenka marcó 11 goles de 16 remates, tras los 9 de 11 que le había hecho a Polonia (un extraordinario 74% global de acierto). Lleva 20 de los 50 goles del equipo. Por detrás, muy lejos, el lateral derecho Shylovich suma 7 en dos partidos. No hay duda de quién es el líder del equipo.

En los partidos que enfrentaban a europeos con selecciones de otros continentes se cumplió el guión. Corea del Sur y Argelia, que tienen cierto nivel, se mantuvieron dentro del partido durante 30-40 minutos ante Eslovenia y Croacia, pero cuando los dos equipos balcánicos apretaron el acelerador solventaron sus compromisos enseguida. El extremo del Montpellier Gajic -otro aspirante a máximo goleador- marcó 11 goles de 13 remates a Corea (la diferencia entre ambas porterías fue abismal: 22% de acierto para los coreanos y 41% para el esloveno Skof).

En el equipo croata otro extremo, Cupic, aprovechaba su presencia en pista para marcar 7, porque su seleccionador Goluza repartió minutos para todos (solo se quedó sin lanzar su mejor lateral, el ya veterano Lackovic), lo que se tradujo en que 13 jugadores de campo remataron a gol y 12 se apuntaron alguno.

En los dos partidos que cerraban la segunda jornada ni siquiera hubo tensión. Hungría y Polonia arrollaron a sus rivales.