Túnez conmemora sin grandes fastos el segundo aniversario de la caída de Ben Alí
Túnez conmemoró ayer sin grandes celebraciones el segundo aniversario de la caída de Zine El Abidine Ben Alí, primera «revolución» de la llamada Primavera Árabe, mientras el país se desestabiliza por la violencia sociales, la amenaza yihadista y el bloqueo político.
GARA | TÚNEZ
Miles de tunecinos se manifestaron ayer en la capital del país para reivindicar los valores democráticos de la «revolución» que hace dos años provocó la caída del régimen de Zine el Abidine Ben Alí. Sin embargo, la polarización de la sociedad tunecina también se reflejó en los actos de conmemoración, divididos entre la convocatoria laicista y la del gobernante partido islamista Ennahda.
Desde primera hora de la mañana, miles de simpatizantes de distintas corrientes y formaciones políticas inundaron por separado, y sin llegar a confluir, las calles que circundan la avenida de Habib Bourguiba, para denunciar lo que consideran una «dictadura religiosa emergente», en el caso de las organizaciones laicistas; expresar su apoyo al Gobierno, en el caso de los islamista de Ennahda, y reclamar «libertad, trabajo y dignidad», en el caso de los partidos de coaliciones de las izquierda Al-Masar y Frente Popular.
Además, tuvo lugar una ceremonia oficial, que consistió en una izada de banderas en la plaza de la Kasbah y un desfile militar, a la que asistieron el presidente en funciones, Moncef Marzuki; el primer ministro en funciones, Hamadi Yebali, y el presidente de la Asamblea Nacional, Mustafá Ben Yaafar.
Poco después, Yebali, el secretario general de la Unión General de Trabajadores de Túnez, Houcine Abassi, y el presidente de la patronal tunecina, Wiled Bouchamaoui, firmaron un «pacto social» en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Una firma con un alcance simbólico importante, porque la pobreza y el desempleo fueron las principales causas de la revuelta popular del invierno de 2010-2011, y desde el pasado verano, las huelgas, manifestaciones y enfrentamientos entre manifestantes indignados por la pobreza y policías han sido múltiples.
Yebali prometió «redoblar esfuerzos» para construir el consenso y generar crecimiento, y abogó por ampliar la coalición en el poder para superar las produndas divisiones en la clase política. «Debemos romper cualquier intento de volver al pasado», manifestó.
Ben Jaafar, muy criticado por el bloqueo en la redacción de la Constitución, prometió que el futuro texto garantizará los «objetivos de la revolución, instaurará un Estado democrático y la alternancia en el poder».
No se mencionó calendario, pero el poder espera organizar las elecciones en verano u otoño de este año.
También Rached Ghannouchi, líder de Ennahda, prometió un diálogo constructivo para acabar con el estancamiento político.
En Sidi Bouzid, donde estalló el levantamiento popular en diciembre de 2010, y en las regiones deprimidas de Kaserin y Tela o en Gafsa, capital de la cuenca minera, no se festejó el aniversario. Las protestas sociales y laborales siguen siendo habituales allí.