Ayer concluía el plazo de vacaciones obligatorias impuesto el pasado 4 de enero por la empresa Corrugados Azpeitia a sus trabajadores, una vez que concluyó la huelga que mantenían. Sin embargo, se encontraron con la sorpresa de que la dirección ha tomado la decisión de alargar hasta el día 24 las jornadas de vacaciones.

El lunes, responsables de la empresa llamaron por teléfono a algunos miembros del comité para que los trabajadores no acudieran a trabajar ayer martes. Sin embargo, los empleados optaron por presentarse en la planta y exigir a los dos directivos que les recibieron -Iñigo Saez de Argandoña e Iñaki Eskoz- que les entregaran por escrito la orden de coger vacaciones.

Los trabajadores mostraron su contrariedad a los responsables de la planta y les anunciaron que van a interponer una demanda por no comunicar las vacaciones con el tiempo que estipula la ley.

Una vez consumada la imposición, los miembros del comité de empresa mostraron su desazón por el curso que están tomando los acontecimientos después de que los trabajadores pusieran fin a la huelga como muestra de buena voluntad para iniciar las negociaciones.

El comité lamentó que la dirección no muestra ninguna voluntad para llegar a un acuerdo y puso en duda su interés por el futuro de la empresa. Un ejemplo de esta actitud es que, una vez que se decida poner en marcha la planta, hacen falta unos veinte días para que se pueda iniciar la producción con la puesta a punto de la maquinaria y, en este sentido, informaron de que el grupo que permanece en el interior de la factoría de Azpeitia en tareas de mantenimiento es mínimo, incapaz de hacer funcionar la planta en pocos días.

Reunión con Gallardo

Desde que pusieron fin a la huelga, los trabajadores solo han podido mantener dos reuniones con la dirección de Corrugados. La primera tuvo lugar en Gasteiz el 8 de enero y la segunda se celebró el pasado sábado en Burgos.

A esta cita en tierras castellanas acudió el propio Alfonso Gallardo, empresario extremeño propietario de la planta, acompañado de varios de los ejecutivos de su confianza. En el encuentro, Gallardo no cedió ni un ápice en su propuesta inicial de aplicación de un ERE, de despidos y de reducción de jornada.

Eso sí, el octogenario potentado les dio «su palabra» de que si aceptan sus condiciones, «si hay trabajo» la empresa seguirá adelante y si no lo hay, se cerrará.