Mikel INSAUSTI

El segundo largometraje de la pareja sentimental y artística formada por el cineasta Daryl Wein y la actriz Zoe Lister Jones, que escriben los guiones de sus películas a cuatro manos, es más de lo mismo con respecto a su anterior «Breaking Upwards». En aquella ópera prima presentaban a una pareja neoyorquina desgastada por la rutina, y en la que ambos conyuges buscaban sus respectivas estrategias para forzar la ruptura. Antes de probar con la ficción, Wein realizó el documental «Sex Positive», donde reivindicaba la figura de Richard Berkowitz y su influencia en la comunidad gay para la práctica del sexo seguro. Un tema que sigue presente en su cine, aunque aplicado a las relaciones heterosexuales.

En «Lola Versus» Zoe Lister Jones se reserva el papel de la mejor amiga de la protagonista, responsabilidad que recae sobre Greta Gerwig, una de las actuales musas del cine indie. El problema es que esta vez la actriz no lidera ante la cámara una creación tan interesante como la recientemente estrenada «Damiselas en apuros», detrás de la cual se encontraba el personalísimo talento de Whit Stillman. Y eso que ella sigue estando pletórica, pero con la dificultad que entraña encarnar a un personaje desorientado en busca de la estabilidad afectiva. No puede con las situaciones tópicas a las que se va enfrentando a partir del momento en que su prometido la deja plantada poco antes de la boda.

Su imagen postrera, rompiendo el tacón de un zapato y dando un traspiés, parece contravenir el sueño de Cenicienta y el Príncipe Azul, pero «Lola Versus» cae en los estereotipos de la comedia romántica como cualquier muestra del género hecha por un gran estudio. Se puede hablar ya de una equivalencia con las producciones independientes a la hora de transitar el lugar común y la previsibilidad del enredo amoroso. Por estar están hasta los inevitables padres hippies de la novia abandonada al borde de la treintena, aquí interpretados por Bill Pullman y Debra Winger.