Esta tarde Jon Mikel Caballero vuelve a casa para presentar en la Filmoteca de Nafarroa (18.00) su nuevo cortometraje «Hibernation», un ambicioso proyecto de ciencia ficción rodado en inglés, protagonizado por Manuela Vellés y Adam Quintero, en el que un astronauta debe elegir entre una misión espacial o su amor, su instructora.

Es su último proyecto personal, pero este joven navarro que de Iruñea se fue a estudiar a la Escola de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC) para intentar abrirse camino en el mundo del celuloide, ha tenido la oportunidad de trabajar en la película más taquillera del Estado español. Con 27 años, ya ha sido asistente de dirección de Kike Maíllo en «Eva», ganadora de tres premios Goya, y de Juan Antonio Bayona en «Lo imposible», la película estrenada en el último Zinemaldia, que cuenta con 14 candidaturas para los Goya.

En esta última dirigió el «cómo se rodó», donde, además de entrevistas con los protagonistas y técnicos, reúne las espectaculares imágenes de cómo se confeccionó el tsunami de manera artesanal, y todo el proceso del rodaje y la posproducción.

¿Cómo surge la oportunidad de trabajar con J.A. Bayona?

En la ESCAC me daba clase Kike Maíllo, que nada más terminar el máster se embarcó en su primera película, «Eva». Maíllo es bastante amigo de Bayona, son de la misma promoción. La productora y Bayona estaban buscando a alguien para la misma función, y Kike me recomendó. Una cosa llevó a la otra, porque en principio estaba en preproducción, que fueron cinco meses, y luego me ofrecieron hacer todo el making Of, que es el documental ya desde el rodaje hasta la conclusión. Y claro, uno no se puede negar a eso.

¿En qué consistía su trabajo?

Estaba como asistente de dirección, para las cosas más mecánicas que tiene que hacer el director durante la preparación, que si se las puede cargar a alguien, gana mucho tiempo para concentrarse en otras. En «Eva» hice eso y en «Lo imposible» empecé con ello pero luego ya se me ofreció lo del making of.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar en una superproducción casi hollywoodiense como esta?

Es curioso, porque al final, todos los técnicos han sido españoles, todo el capital con el que se ha levantado es 100% español y el equipo también, entre catalanes y españoles... Solo se han contratado actores extranjeros. Y la verdad, es impresionante. Por ejemplo, la parte del tsunami era muy farragosa, muy técnica, estar rodando en un canal, cada repetición de toma era larguísima, todo muy lento y de mucha paciencia. Y luego en Tailandia se rodó como la parte más de personajes, el resto de la película. Era muy ambiciosa de emociones, de sacar buenas interpretaciones, mucha figuración por hospitales... Lo que más se nota de una superproducción es que todo es muy lento.

Está batiendo todos los récords. ¿Cuál cree que es el secreto?

Por una parte, está lo que luce mucho en la película: que está hecha de una forma muy artesanal. En EEUU quizá lo harían todo con efectos 3D, y esto ha sido una mezcla de efectos reales de agua empujada por bombas, y luego el fondo generado en 3D. Por otra parte, está la película más emocional, son actores que no hace falta que se diga nada, todo el mundo los ha visto, son buenísimos y muy profesionales. Es una película muy ambiciosa en los dos aspectos, y de los dos se aprende muchísimo. La gente está acostumbrada a ver películas de catástrofes solo por la propia destrucción y la espectacularidad, pero esta lo que tiene es que, al ser una historia real, combina que al principio te encuentras un espectáculo y que luego a la vez es una película de emociones y personajes, y el hecho de tener alma la hace atractiva por todos los lados.

En cuanto a «Hibernation», se estrenó en el Festival de Gijón. ¿Cómo fue la acogida?

Es un festival que está muy bien, es internacional, casi todos los cortos eran de todo Europa, algún americano, australiano... Ya solo estar ahí, seleccionados con tanta variedad, es un premio. Después de la proyección se nos acercó gente y se agradece, porque si no les hubiera gustado se hubieran largado.

Es un cortometraje ambicioso, con 30.000 euros de presupuesto, más de 50 personas en el equipo, grandes decorados...

Ha sido, como casi siempre en el mundo del corto, bastante por amor al arte. Todos los hemos hecho en plan colaboración, porque somos gente que ha terminado de estudiar no hace mucho y por hacernos currículum o bobina, como se suele llamar en este mundo audiovisual. La verdad es que la historia requería un presupuesto más bien alto, porque al ser de ciencia ficción había que hacer un decorado... y la intención era que fuera un poco diferente a lo que se suele ver habitualmente, que suelen ser cortos rodados en un piso, y que por muy bien que esté la historia, el ojo te dice que es un poco más de lo mismo. Era intentar hacer una historia lo mejor posible contada y visualmente lo más diferente y atractiva posible.

No se ven muchos cortos de ciencia ficción.

Es poco habitual por el presupuesto, es difícil hacer que visualmente cuele una historia de ese tipo. Nosotros hemos tenido que rodarlo en inglés. Al ser una historia de un astronauta, ambientado en los años 70, era poco creíble rodarlo en castellano.

El inglés, ¿solo por darle credibilidad o por ampliar su recorrido?

Ese planteamiento vino más tarde, que abriera más puertas a que dé más vueltas por ahí fuera y que estuviera presente en más festivales internacionales, pero estuvo más motivado por tema de la credibilidad de la historia.

¿Qué recorrido va a tener el cortometraje?

Los festivales están repartidos por todo el año, y lo hemos empezado a apuntar en todos los que hemos ido pudiendo. Lo que pasa es que noviembre y diciembre son las épocas más paradas del año. En enero ya nos han llegado tres selecciones más en Alemania, Córdoba y Madrid.

También han echado mano del crowdfounding con la campaña «Apadrina un frame».

Pasó que ya habíamos rodado el corto, estábamos montándolo y nos dimos cuenta que se nos acabó el dinero para el resto de cosas que hacían falta, como hacer todas las copias en DVD para mandar a festivales, la distribuidora que se encarga de apuntar el corto en los festivales, y la banda sonora, que la grabamos con orquesta real y es un desembolso. Lo del crowdfounding fue para completar esta última etapa y fue un éxito.

¿Cómo ve la industria del cine con los recortes en cultura?

Se ha notado, pero no creo que se haya parado del todo. A veces me sorprende que se están haciendo bastantes cosas. Lo que sí se nota es que quizá antes los organismos invertían desmesuradamente en cualquier cosa, un poco a lo loco. Ahora se nota que no hay ese cheque en blanco, que está todo mucho más seleccionado, y parece que la cosa va tirando. Creo que dentro de lo malo, la cosa va más o menos funcionando. Quizá yo me había hecho demasiado a la idea de lo peor y ves que alguna cosa sale adelante. Y estas cosas del cine siempre han estado muy difíciles de entrar y meter la cabeza, pero creo que nunca ha sido fácil ni lo va a ser.