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Estos lodos proceden de aquellos polvos coloniales

El secuestro y posterior asalto de una planta gasística en el este de Argelia, cuyos detalles y saldo de víctimas estuvieron envueltos en la confusión durante toda la jornada de ayer, no pueden desligarse de la guerra que el Ejército francés ha emprendido en Mali ni con la atmósfera general que se ha asentado desde hace tiempo en toda la región. Y entre todos los análisis posibles sobre el terreno, sobresale la constatación de que la llamada comunidad internacional no ha hecho más que acumular errores en la zona hasta dar cuerpo a un auténtico avispero del que puede salir trasquilada.

Puede argumentar el Ejecutivo galo, y quienes apoyan su intervención militar, que no podía permitir que los islamistas se hicieran con el control de Mali haciendo de Bamako la capital de un (nuevo) estado islámico, pero no ocultará con tal aseveración la mentalidad colonial que sigue guiando su política y la responsabilidad que tanto París como el resto de potencias occidentales tienen sobre el devenir de la zona. El hecho de que buena parte del noroeste de África se haya convertido en un erial en el que grupos afines al islamismo rigorista campan a sus anchas ante la impotencia de los gobiernos locales tiene mucho que ver con el control que las metrópolis mantienen aun sobre estos. Occidente tiene intereses económicos superlativos en esa parte del planeta -que el último enfrentamiento violento haya tenido lugar en una instalación gasística es el mejor ejemplo- y nunca ha permitido que sus pueblos se desarrollaran plenamente, con instituciones potentes y democráticas. Ha tratado de evitar cualquier tipo de oposición a sus planes y, como contrapartida, ve cómo ahora en esa amplia tierra de nadie proliferan grupos armados capaces de ponerle en aprietos y que se nutren de personas que en gran medida han sufrido su política.

Tampoco hay que rascar mucho para recordar episodios como la guerra civil argelina, de la que surgieron algunos de los grupos que operan en la zona; dónde y con qué objetivo nació lo que hoy se conoce como Al Qaeda, o el papel determinante de algunos regímenes que cuentan con el beneplácito occidental en el reforzamiento del islamismo más conservador y militante. Las potencias siempre han jugado sus bazas en la región convencidas de poder controlar sus consecuencias, pero ahora estas están llamando a su puerta.

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