Especialmente ante los equipos de abajo de la tabla, a la Real le está faltando algo de chispa cuando los rivales consiguen trabar el ritmo de los partidos. El último ante el Deportivo, con media hora ante un rival en inferioridad numérica, fue un buen ejemplo de ello y, si todo esto se pudiera personificar en un jugador, Antoinne Griezmann sería, posiblemente, su mejor exponente. La Real actual, sobre todo en Anoeta, no es aquella valiente y atrevida de comienzos de temporada y está echando de menos el desparpajo y la osadía del de Macon.

El futbolista francés, que también en sala de prensa parece haber perdido algo de efervescencia, reconoció que le está costando recuperar el tono tras esa lesión que padeció en noviembre y que le hizo perderse cuatro partidos consecutivos -ante Espanyol, Málaga y Rayo y Córdoba en Copa-, pero conoce la terapia. «Me ha costado recuperar el ritmo tras la lesión, pero ahora parece que voy mejorando, me veo mejor en los entrenamientos, pero me falta el gol para tener la confianza».

Recuperado el tono físico, el espaldarazo anímico que le supondría el poder realizar una de sus excéntricas celebraciones sería muy importante para recuperar al mejor Griezmann, ese que tanto necesita la Real. «Aunque no lo parezca, un gol te da mucha confianza. Estoy volviendo a mi mejor nivel y espero seguir teniendo minutos para poder mejorar cada partido», señaló el futbolista, consciente de que hay gente que entiende que debería tener su ración de banquillo.

Primera lesión

Lo cierto es que, al margen de otros factores coincidentes en el tiempo, como el affaire de su salida nocturna estando concentrado con la selección francesa y su posterior sanción por un año, la rotura fibrilar producida en Valladolid es la primera lesión de cierta importancia que el de Macon ha sufrido en su etapa como profesional.

Hasta esta incidencia, Griezmann se había perdido solo seis partidos en sus tres temporadas anteriores. En la primera, la del ascenso, se perdió un encuentro por una sanción disciplinaria de Lasarte por otra salida nocturna, y el último ante el Elche, intrascendente, porque el ascenso ya estaba conseguido.

En el primer año en Primera solo dejó de jugar un partido, ante el Sevilla, por acumulación de tarjetas, y el año pasado falló en tres encuentros, ante el Sporting porque estaba recién llegado de disputar el Mundial Sub 20, ante el Espanyol por decisión de Montanier, y ante el Levante por tener que cumplir otro partido de sanción por cumplir ciclo de tarjetas.

Desde luego que difícilmente podría haber un escenario más atractivo para poner en marcha esa terapia que la visita a Anoeta de un Barcelona que parece inaccesible, un duelo que el de Macon calificó de «ilusionante y bonito», tanto para la afición como para los profesionales.