Por si acaso es necesario fijar posiciones, señalemos que el actual propietario de Intereconomía, es el navarro Julio Ariza Irigoyen, natural de Carcastillo, licenciado en derecho por la universidad del Opus Dei, ex diputado en el Parlamento catalán por el PP y muchas otras cosas. Valga la introducción para situarnos, porque los problemas económicos que está pasando todo el grupo Intereconomía tienen que ver con movimientos políticos de los diferentes opciones de la derecha política española más extrema.

Hace unos meses desde la cadena de Ariza se apostó por la aventura política de Mario Conde, un proscrito, un ex-presidiario, y ello le llevó en algunos programas a enfrentarse de manera elocuente con algunas decisiones del marianismo gobernante, lo que ha derivado a colocarse en un terreno resbaladizo porque al parecer el apoyo de Esperanza Aguirre y todo su equipo de recambio a un Rajoy totalmente desarbolado por los acontecimientos se va desdibujando, o al menos no tienen claro si es una apuesta lo suficientemente rentable para sus intereses de lucha por el poder.

Parece que ahora el dinero fresco, la opción oficialista está en ese canal del nacional catolicismo español, 13 TV, y allí van acudiendo todos los soldados de la fiel infantería. Es una recluta muy evidente, que se nota día a día. El último, la sorpresa, considerada por Ariza como una traición, la de Antonio Jiménez, el conductor desde sus inicios de «El Gato al agua», el programa pionero de la libre circulación de las ideas ultras, del lavado de cara de los corruptos peperos y tantas otras maniobras electorales y vinateras, además de vivero de tertulianos apocalípticos de nueva camada junto a los de la vieja escuela, todos ellos colocados siempre lo más a la derecha posible del centro.

Todo es fruto de un reajuste ideológico de los canales, la presión económica, el juego sucio y la inviabilidad del actual marco de la TDT. Síntomas del nerviosismo. Las ratas abandonan el barco. ¿Se hunde o es una simple vía de agua? La situación del grupo es muy mala, grave, pero seguramente habrá alguien dispuesto a salvarlo siempre que cumpla las órdenes y no se alíe con aventureros.