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Crónica | Guerra en Siria

La montaña drusa resiste a la ofensiva rebelde desde Deraa

Uniformes manchados de sangre y fachadas ennegrecidas con sus muros derruidos testifican la intensidad de los combates que han enfrentado en la montaña drusa, cerca de Sueida (sur de Siria) al Ejército y a las milicias drusas con los rebeldes llegados de su bastión de Deraa.

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Sammy KETZ (AFP)

En Dahr al Jabal, en un entorno grandioso a 1.400 metros de altitud, un centenar de rebeldes ocuparon hace diez días siete poblaciones vacías para preparar una ofensiva general contra la ciudad de Sueida, que cuenta con 110.000 habitantes.

Una gran nevada paralizó sus planes. Los rudos montañeses drusos, sorprendidos por el inusual trasiego alrededor de estas casas solo habitadas en verano, advirtieron a las autoridades, que mandaron a un grupo de soldados que fue abatido. Los dos días siguientes de combates se saldaron con la muerte de ocho asaltantes, entre ellos su guía, Jaldun Zeineddine, un oficial desertor druso que conocía como la palma de su mano la topografía de la región, según un portavoz del gobernador.

Los rebeldes confirmaron que Zeineddine fue el primer oficial de la comunidad drusa en dejar el Ejército para unirse a la revuelta armada.

Es el último episodio de una guerra larvada durante meses y que opone a la provincia legitimista, cuna de la gran revuelta siria contra el mandato francés de 1925 a 1927, provincia que alberga la montaña drusa y el valle suní de Hauran; y su vecina rebelde Deraa, bastión de la rebelión contra el régimen de Damasco y escenario de las primeras manifestaciones multitudinarias opositoras allá por marzo de 2011.

El 19 de diciembre pasado, una columna de 300 rebeldes atacó un puesto del Ejército en Mjeimar, a 16 kilómetros al sudoeste de Sueida. En esta planicie de tierra rojo-ocre, el oficial del Ejército Abu Raed señala a lo lejos enormes bloques de piedra negra de basalto.

«Allí es donde murió Mohamed Jrad, hermano de Abu Mussab al-Zarqaui», considerado el líder de Al Qaeda en Irak y muerto hace años por los ocupantes estadounidenses. Jrad disparaba con una metralleta BKC cuando lo abatimos junto con otra veintena de terroristas», asegura el oficial.

No pasa una semana sin que haya un incidente. A los secuestros de funcionarios drusos en Deraa en mayo y junio, los habitantes de Sueida han respondido con la misma moneda y la desconfianza reina entre ambas provincias, aunque Sueida sigue acogiendo a 9.000 refugiados procedentes de Deraa.

Ola de secuestros

«Recientemente, los rebeldes han vuelto a secuestrar a una veintena de agricultores drusos y estamos en estado de alerta en las 18 localidades fronterizas con la provincia de Deraa. Nuestros hombres patrullan noche y día para evitarlo», afirma Yihad al-Atrache en su casa de Era.

El nieto del emir Hasssan al-Atrache, célebre por haberse casado en el transcurso de su vida con nueve mujeres, entre ellas la célebre cantante Asmahane, fue secuestrado durante tres horas por yihadistas del Frente al-Nosra.

Con su uniforme verde olivo, este agricultor de 56 años insiste en distinguir entre los habitantes de Deraa, «con los que tenemos buenas relaciones desde siempre», y «esos odiosos de al-Nosra, ante los que siempre estaremos enfrente».

Las dos provincias se muestran diametralmente opuestas en torno al conflicto que asola a Siria desde hace dos años. Si Deraa eligió la rebelión, Sueida está en el otro bando. «Pese a la crisis que asola al país, seguimos creyendo en el Estado y la ley. Estamos contra el caos y por la justicia. Estamos contra los grupos extremistas que quieren acabar con la seguridad. Estamos, en definitiva, por el diálogo nacional» propuesto por el presidente, Bashar al-Assad, sentencia tajante uno de los tres grandes jefes religiosos drusos, el jeque Hikmat Hajari.

«En los últimos diez años habíamos conseguido profundizar nuestras relaciones con la sociedad de Deraa, pero desgraciadamente en tiempos recientes los dignatarios de la provincia vecina con los que estábamos en contacto han perdido su influencia», se queja en su mansión de Qanawat, presidida por el retrato del presidente junto a al de otros dignatarios drusos.

 

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