El reto pendiente de la reunificación irlandesa
Gerry Adams, presidente de Sinn Féin y diputado en Dublín, ha pedido esta semana que se convoque un referéndum en torno a la reunificación de Irlanda, en la línea de lo fijado en el Acuerdo de Viernes Santo, que puso fin a décadas de enfrentamiento armado y que contempla una posible unidad administrativa de la isla, siempre que así lo decidan sus habitantes. La propuesta del líder republicano, para quien la consulta debería celebrarse en la próxima legislatura, llega en un momento sensible, en el que sectores unionistas buscan conducir el conflicto político a parámetros del pasado y cuando, por otra parte, los aires de cambio impregnan toda Europa y la posibilidad de que emerjan nuevos estados en su seno es cada vez más aceptada.
Irlanda, un espejo en el que muchas veces se ha mirado este pueblo, lleva quince años gestionando el escenario posterior a los acuerdos de paz y asentando una realidad desconocida para la mayoría de las generaciones del norte. En esa tarea ha sido determinante el esfuerzo realizado por el movimiento republicano, que en ocasiones ha debido unir a la necesaria pedagogía en su propio campo una proverbial paciencia respecto al contrario. Esa fatigosa labor, sin embargo, ha concedido a Sinn Féin una credibilidad política desde la que lanza ahora esta iniciativa, que apela también al sentido común y al interés de la ciudadanía, al poner en valor el beneficio socioeconómico de la unidad.
En un reciente artículo publicado en su blog y reproducido en estas páginas, Adams creía necesario que todos los agentes entendieran que el Acuerdo de Viernes Santo «no debe darse por sentado», sino que «requiere una atención y un trabajo constantes», así como abordar las cuestiones pendientes. Entre ellas está la posibilidad de acabar con la partición de una nación que unida es mucho más fuerte, una asignatura que, aunque algunos pretendan postergar indefinidamente, aguarda a la sociedad irlandesa y a sus representantes.