El SEA, antes Sindicato Empresarial Alavés, ha organizado para sus asociados unas clases magistrales sobre la legislación laboral actual. El objetivo es instruir o asesorar al empresariado alavés (ya sean pequeños, medianos o grandes) sobre la mejor y más efectiva manera de aplicar en sus negocios la Reforma Laboral. Los trabajadores (que somos la mayoría) saben perfectamente que, en la práctica, se trata de un taller o master class dedicado a cómo deshacerse o reducir plantillas a un mínimo coste y en el momento en que la empresa quiera y sin que falte el marchamo del orden y la legalidad de estos desastrosos tiempos. Hasta aquí el tema indigna. Lo peor llega cuando una se entera de que el paro, en Araba, afecta ya a más del 18% de la población y que esas master class se pagan con dinero público, procedente de subvenciones institucionales dedicadas, en teoría, a la formación. Entonces una se plantea si la desvergüenza es una actitud estructural tan desarrollada como la corrupción y necesaria en el currículum de esta última. Pero no todo termina aquí. En una radio descubro que desde principios del siglo XXI existe un nuevo concepto que se mueve entre el discurso de la empresa, la política y la cuestión social, al que se le denomina «responsabilidad social corporativa» y que no es otra cosa que un manual de «buenas prácticas de las empresas más allá de lo que marca la ley», donde las «recomendaciones» sustituyen a las «obligaciones» en la relación de la empresa con la sociedad. Nuevas teorías y clases magistrales para un márketing exclusivo y un falaz discurso que se estrella, inexorablemente, en la realidad de las consecuencias que crea: paro, desigualdad y opresión.