¿Hay alguna conducta más democrática que aprobar una resolución en un Parlamento que ha emanado de la libre voluntad de un pueblo? Sobre todo si esta aprobación ha ido seguida de un debate en el que todos los grupos han expuesto sus argumentos a favor y en contra. Esto es exactamente lo que hizo el Parlamento de Cataluña. La aprobación tuvo suficientes votos, pero no la unanimidad, algo que no tiene que preocuparse, porque también es muestra de salud democrática. El PP se equivocó abandonando el Parlamento después de votar, porque daba a entender que la democracia sólo es buena si le da la razón. Pero, aunque la aprobación es un paso importante en el derecho a decidir, el trabajo duro empieza a partir de ahora.

Por un lado estará la previsible reacción cerrada de España, que se fundamenta, como siempre, en la prohibición. Pero más importante aún será el debate en el que partidarios y detractores de la independencia de Cataluña deberán exponer sus argumentos. (...)