(...) ayer, aprobándose el documento más importante de la historia del parlamento, por sorpresa también se abrió la puerta a reconstruir un espacio central soberanista aún mayor que no parecía haberse abierto. Lo digo por la rebelión de cinco diputados del PSC, que ha originado un terremoto político de consecuencias incalculables.

Ayer pasó que Pere Navarro abandonó la centralidad y cayó en los brazos del PP, de ese mismo PP que nadie como el partido de los socialistas había anatemizado durante tantos años. (...)

Contra esto, los rebeldes del PSC han tenido un camino fácil. Porque ahora sólo deben enarbolar la bandera de la centralidad y la concordia cívica para hacerse un lugar en el arco parlamentario. Quizás no lo harán con las siglas del PSC, pero desde ayer ya sabemos que aparecerá algo en ese espacio, que será la heredera del PSC que todos hemos conocido (...).

Y -supongo que ellos no lo saben todavía- eso inevitablemente les llevará al independentismo. Como ha llevado ya al resto de partidos hacia el independentismo, más o menos explícito y más o menos efusivo, pero independentismo al fin y al cabo. Solo es cuestión de tiempo.

Podemos esperar, pues, que estos próximos meses, que son los meses decisivos, en el espacio central de la política catalana se consolidará una gran coalición de los partidos democráticos con un programa nada ambiguo de construcción de la nueva república catalana y con una capacidad de movilización ciudadana y política sin parangón. Y esto es una garantía casi infalible de victoria. Porque los países, nos lo enseña la historia, se hacen independientes cuando lo reclama la centralidad del país, unida, plural, diversa y decidida. Y es eso lo que ocurre ya aquí.

Hágase la idea de que ayer la Asamblea de Cataluña volvió, y que volvió para hacer el trabajo que no supo rematar durante la transición...