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Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS | Periodista

El Globo

Cuando llegó mi madre a casa -vivíamos en Oviedo- la inolvidable Endacha, mi niñera, le dio de inmediato el parte, repleto de pasmo: «Ha venido a verla un señor que parecía extranjero o de más allá de León».

Los españoles suelen tener de la distancia una rara percepción protectora que yo calificaría de religiosa. De ahí viene que los políticos del país se amparen en la lejanía para decir cosas sobre la situación nacional que llegados a Madrid son incapaces de repetir. Quizá estén convencidos de que las noticias se apagan con la lejanía. Es decir, son políticos que entienden la globalización como el amparo que da ir en globo.

No sé si ustedes han viajado en globo. Yo sí. Fue una corta, pero aleccionadora experiencia. El vuelo en globo cobija al viajero en un éter aislante. La realidad se convierte en algo parecido a un sueño protector en que se puede decir todo sin riesgo.

Ahora mismo, al estar más allá de León, el Sr. Rajoy se ha atrevido a anunciar medidas radicales contra los catalanes que se arriesguen a la independencia. El Sr. Rajoy, cuando llega al aeropuerto de Barajas, deja las declaraciones de este carácter para su vicepresidenta o para el atrabiliario ministro de Asuntos Exteriores que, al estar ignorado en el mundo, se ocupa fundamentalmente de las cuestiones nacionales. Rajoy solamente entra en estos asuntos cuando está en el globo, en este caso en Chile.

Por su parte el Sr. Guindos ha aprovechado la lejanía de Davos para manifestar que la recesión acabará este verano. Dice que creceremos casi cero. Crecer casi cero sólo se puede afirmar más allá de León. Son cosas aeroestáticas.

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