Por fin. El equipo lo necesitaba, San Mamés lo necesitaba, la afición lo necesitaba. Los brotes verdes del Villamarín florecieron anoche sobre el húmedo césped de La Catedral. Ante todo un Atlético de Madrid, los rojiblancos volvieron por sus fueros, jugaron, lucharon hasta la última gota y, esta vez, marcaron. Tres goles como tres soles que pudieron ser más. Pero con tres basta. Suficiente para un final de partido tranquilo, con la grada vitoreando a los suyos, con Muniain reconciliado con sus más críticos, con Iraizoz reivindicándose con paradas de mérito, con los `tuercebotas' -con todo el cariño- de Susaeta y De Marcos fallando goles y marcando los decisivos, con San José en plan mariscal... Tu cara me suena, Athletic. Y si has vuelto, que sea para quedarte.

Ante el segundo clasificado de la Liga, un equipo de puro cemento armado que, como esos bichos de los documentales de naturaleza de la 2, se dejan querer para luego lanzarse a tu cogote, se las tenía que ver el dubitativo Athletic, obligado a moverse entre la necesidad de atacar y la responsabilidad de defender. Un error y el partido se iba por el fregadero. Una mala basculación, y todo al garete. Lo avisó Andoni Iraola, este Atlético sin hacer nada, te gana. Y ayer se vio que llevaba razón. Por eso se aplicaron a ello los de Marcelo Bielsa y cómo. Mejores, fueron mucho mejores que un once colchonero que solo quiere la pelota para contragolpear y aun así, ayer, algunos de sus jugadores parecían hasta apáticos.

A De Marcos le gusta el gol, otra cosa es que esté pegado con él. La tuvo inmejorable el alavés al minuto de juego, solo tenía que echar el cuerpo abajo... pero la mandó matasellada al nuevo San Mamés. Vuelta la burra al trigo. Un Atlético que inquietó solo por minutos, dejó la iniciativa a los locales y estos supieron aprovecharla, llegando, con dificultad es cierto, pero sumando unas cuantas ocasiones de esas que anota Bielsa, ante la meta de un Courtois que en el minuto 20 le sacó un zapatazo a Susaeta que era un tanto cantado. Otra vez pegados con el gol.

No es nada nuevo, pero Job seguro que también tenía un límite. Un disparo de De Marcos que terminó en córner, un golpeo de cabeza de San José que se marchó fuera por poco, un voleón lateral de Aduriz que si entra cierra San Mamés sin esperar a junio y sendos chutazos de Herrera y Susaeta rondando el poste, fueron el amplio bagaje ofensivo de un Athletic que bien pivotado sobre San José, guiado por Herrera, espoleado por un revoltoso Muniain y referenciado por un buen Aduriz, mereció mucho más. Como casi siempre.

Una primera mitad en la que los del Cholo Simeone también tuvieron un par de claras ocasiones, como un balón cruzado de Filipe Luis, y sobre todo el paradón reivindicativo que Iraizoz le hizo al balón a bocajarro que le metió Emre con los dos equipos pensando ya en el vestuario. Hubiera sido injusto, pero a estas alturas este Athletic de injusticias sabe un rato.

La salida de vestuarios no trastocó en nada la mentalidad de los leones. Y prueba de ello fue la ocasión malograda por un ayer desacertado Susaeta, al que Courtois le sacó el gol a una mano tras una gran jugada de Herrera. Un córner del que nació el quinto gol de San José esta campaña, de cabeza, como solo él sabe, en el segundo palo. Justicia.

Lo más difícil estaba hecho. Ahora le tocaba al Atlético mover pieza, querer ese balón que tanto denosta. Y vaya que si tocó apretar los dientes. Quedaba un mundo por delante, los colchoneros sacaron los cuchillos, Adrián entró al césped y en el minuto 65 Iraizoz tuvo que sacar otro gol, abajo, junto al poste, a disparo de Raúl García. Animaba La Catedral, temblaba San Mamés. Aduriz era ahora el primer defensor rojiblanco, Muniain casi jugaba de lateral para Juanfran. Había costado ponerse por delante y, ahora sí, el mínimo error, el mínimo metro de ventaja podía echar por tierra todo lo hecho hasta entonces.

Guardar la ropa es lo que hacía el Athletic, lo que no le impedía salir con rapidez, como lo hizo De Marcos, el otro desafortunado ayer, que tras marcarse un carrerón por banda e irse de tres rivales se cegó y prefirió tirar al `muñeco' Courtois que dar el pase atrás donde aguardaba un Muniain que ayer dio muestra de que ha vuelto y esperemos que también para quedarse. Zascandileó lo que quiso, por donde quiso y le salió casi todo.

Entró casi a la media de la segunda mitad el partido en un ida y vuelta, donde a cada presión madrileña sobre el área local, la grada entera mantenía la respiración. Era el momento de que cada espectador despejara, golpeara esa pelota envenenada, alentara, sumara. El Atlético apretaba, el Athletic contragolpeaba. Courtois volvía a salvar otro balón ante Aduriz, hacía lo propio con un chupinazo lejano de Susaeta... Nadie dijo que fuera a ser fácil. Laporte cortaba un peligroso balón a Adrián y en la siguiente jugada, Herrera le daba una asistencia de tiralíneas a un Susaeta que, esta vez, encaraba y no fallaba. La alegría, esa misma que Bielsa dice que no es necesaria para ganar, estallaba en un San Mamés necesitado.

El Atlético dijo aquello de perdidos al río, pero el Athletic, esta vez, no concedió huecos atrás, los que sí dejaban los madrileños. En una nueva contra, en el minuto 83, inicia De Marcos y culmina De Marcos. Rompe la pelota y 3-0, San Mamés entona el «lo, lo, lo....». La fiesta, completa. Y casi lo es más si Courtois no vuelve a sacarle un cabezazo a bocajarro a Susaeta. Y mientras la grada entonaba el «beste bat», hubo tiempo para corear el nombre de Iker Muniain al ser cambiado, nombrar a Llorente, acordarse de la madre del Cholo Simeone, el partido se fue al pitido final, con una enorme y trabajada victoria, balsámica y que debe ser la de la confirmación. La cara de este Athletic nos suena. Buena noticia.