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Crónica | «Eres el mejor, Cienfuegos»

Impresiones de un sparring

Esta es la crónica de la presentación de la novela «Eres el mejor, Cienfuegos» del escritor barcelonés Kiko Amat en la capital vizcaina.

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Patxi IRURZUN

Unos pantalones escoceses, una Vespa y el SHY. Para la presentación del último libro de Kiko Amat, «Eres el mejor, Cienfuegos», en Bilbao, el pasado día 25, pensé en estrenar los pantalones pitillo y escoceses que me había comprado hacía unos días. Me pareció que podían pegar bien con un fan de los Fleshtones o de los Dictators, como es el escritor barcelonés pero al final me rajé, en la pensión me cambié, me puse algo menos cantoso y más acorde con mi carácter introvertido (unos pantalones grises de pana).

Después, al llegar a La Casa de Atrás en la calle Iturribide, volví a arrepentirme, cuando me encontré a Kiko con sombrero y bufanda y botas con cordones amarillos y a los chicos de la librería-tienda de discos-estudio de tatuaje con sus peinados beatle y a toda aquella gente con parkas y trenkas que bebía sanmigueles en latas del chino de al lado, mientras fuera, en la calle, llovía y yo comenzaba a hablar y decía que en esa presentación solo faltaba el propio Cienfuegos, el protagonista de la novela, irrumpiendo con una Vespa en la tienda...

Siempre que presento un libro, propio o de otro autor, pienso en algo a lo que Cienfuegos llamaría el SHY (Síndrome Heriberto Yepes): Heriberto Yepes, el escritor mexicano escribió en uno de sus cuentos que la gente en realidad va a las presentaciones de libros para comprobar lo egoístas, torpes y mamones que son los escritores. A mí, esta vez, no me importa que piensen eso de mí, me expongo gustoso, soy el sparring del acto, pero es algo que por supuesto nunca se puede pensar de Kiko Amat, advierto.

Las Contraseñas de Anagrama. Y es que soy fan de Kiko. Kiko, además, es un autor de Contraseñas, la legendaria colección de la editorial Anagrama. Para muchos lectores y escritores como yo los libros de esa colección fueron una forja literaria: Bukowski, Fante, Raúl Nuñez, Tom Sharpe, Hunter S. Thompson... Y luego Kenzaburo Oé, Pedro Juan Gutiérrez. Y Kiko Amat, que ha publicado sus cuatro novelas («El día que me vaya no se lo diré a nadie», «Cosas que hacen BUM», «Rompepistas» y «Eres el mejor, Cienfuegos») en Contraseñas.

«Kiko Amat llegó a mi vida», me dirijo al público, y casi inmediatamente tengo que aclarar que me refiero a mi vida literaria, lo otro ha sonado como el título de un bolero. Lo que quiero decir, es que a Kiko lo descubrí con «Cosas que hacen BUM». Y lo hice cuando los libros de Contraseñas no es que hubieran dejado de gustarme, pero ya no conseguían deslumbrarme. Con el tiempo uno se vuelve menos impresionable, más exigente... más viejo, y llegan esas largas temporadas leyendo desganadamente libros que se te caen de las manos, en busca de EL LIBRO, EL AUTOR.

«Cosas que hacen BUM» fue una de esas epifanías, de esos pequeños milagros literarios que te devuelven a la vidilla literaria. De hecho, cuando lo acabé practiqué lo que Cienfuegos llamaría un RPRPG (Rito Privado Ridículo Pero Gratificante) reservado solo a los mejores: lo cerré, le di dos palmaditas en la contraportada, como haría en la espalda de un buen amigo, y lo coloqué en la balda de mis libros favoritos, junto a Mohamed Chukri, Sherman Alexie, John Fante (del que Amat también se confiesa ultrafan)... Claro que ahora solo recuerdo vagamente de qué iba la novela. Es algo que me sucede con frecuencia con los libros: se me olvida lo que leo. Eso sí, cuando un libro me gusta deja dentro de mí un rastro, una sensación, una atmósfera, el recuerdo de una voz, un estilo, una actitud. Y eso nunca falla con los libros de Kiko.

El poso Amat. El poso Amat es su literatura sin imposturas, su literatura vivencial o confesional, como él la ha definido tantas veces. Cuando Kiko habla de situaciones, escenarios, personajes, sabe de qué habla. Cuando describe la crisis de los cuarenta, como es el caso de «Eres el mejor, Cienfuegos», es porque él la ha pasado y, según confiesa, con efectos devastadores, para sí mismo y para quienes le rodeaban. La literatura vivencial de Kiko no le hace renunciar, sin embargo, a la imaginación, a la ficción, a la creación de lances novelescos y personajes tan maravillosos y tan excéntricos como Pànic Orfila, Rompepistas, Cienfuegos, personajes en los que a pesar de todas sus peripecias, a menudo esperpénticas, no nos cuesta reconocernos.

Sus miedos, sus pequeñas y grandes cagadas, sus victorias pírricas, sus aspiraciones, son también las nuestras. Cienfuegos, a fin de cuentas, se complica la vida porque quiere únicamente algo tan sencillo como que le quieran. ¿Y quién no lo hace?

Kiko Amat escribe, en definitiva, sobre sí mismo, pero también lo hace sobre nosotros, y eso revela su actitud creativa, generosa y emocional, que busca desesperadamente compartir sentimientos.

El género no-aburrido, la crisis y LA CRISIS. Pero esa en realidad es solo una parte del poso Amat. Sus novelas son sobre todo novelas no aburridas, así las llama él. «Eres el mejor, Cienfuegos» probablemente sea una de las novelas con situaciones más desopilantes de las cuatro de Amat: la irrupción ya mencionada de su Vespa en un sarao literario; el secuestro de una E gigante de un cartel de bienvenida a Barcelona; o -una de mis preferidas- los mendigos leyéndose entre carcajadas el horóscopo.

Y sin embargo no es este solo un libro de humor. Cienfuegos es una tragicomedia, la historia de alguien sumido profundamente en una crisis, de alguien que está cayendo -y como dijo el autor a todos nos gusta ver a alguien caer-, y eso permite al escritor barcelonés mostrar todos los pedazos en que se rompe el personaje, sin miedo a resultar patético o cursi. La alternancia de escenas descacharrantes con otras tristísimas no chirría en este carrusel tragicómico por una Barcelona rabiosa, en la que el telón de fondo es otra crisis, LA CRISIS, el 15 M, la acampada de la Plaza Catalunya...

Y sobre esa pantalla de fondo, mientras los manifestantes aporrean a la policía, se proyecta probablemente la fábula moral, el final feliz, la redención de Cienfuegos, para quien hay una segunda oportunidad, una salida, una victoria, a la que lleva, como un motor, un motorcito a lo largo de toda la novela, su hijo Curtis, quien nos proporciona algunas de las escenas más divertidas y más tiernas del libro, «en un resumen perfecto de esta tragicomedia y un cierre del círculo para lo dicho anteriormente sobre literatura vivencial, pues Amat además de un gran escritor es todo un padre de familia de dos pequeños y terribles pelirrojos», concluyo mi intervención. Después es el turno del autor (yo recordemos, era solo el sparring, el egoísta -como delata esta crónica-, el torpe, el mamón) y mientras Kiko lee algunos fragmentos y fuera sigue lloviendo y el público sigue bebiendo cerveza yo pienso en que, en fin, ¿qué tienen de punk-rockers unos pantalones pitillo y escoceses comprados en Zara?

 

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