La reunión del lehendakari Iñigo Urkullu con el presidente español, Mariano Rajoy, concitó elogios para el primero en casi toda la prensa. Él sabrá si eso es bueno o malo.

«Deia» y algún otro diario del Grupo Noticias destacaban en primera que Urkullu y Rajoy se mostraron dispuestos a llegar a acuerdos en materia económica, y en su información interior dedicaban un breve a la cuestión de la paz y la normalización, para lo que, aseguraban, hay «hilo directo» y recordaban que el lehendakari «ha defendido por activa y por pasiva en las últimas jornadas que el nuevo tiempo tras el cese de ETA debe gestionarse desde la discreción. Ayer predicó con el ejemplo al no soltar prenda sobre las cuestiones de paz y normalización». Servidora ve conveniente que haya hilo directo entre ambos gobiernos, pero en este caso no está nada claro para qué.

Allende el Ebro, mientras «La Gaceta» advertía de que Rajoy y Urkullu «negocian la cesión de prisiones al País Vasco», «La Razón» tranquilizaba a su público, primero asegurando: «Urkullu, nada que ver con Mas», pues «Rajoy y Urkullu coinciden en que la prioridad es la lucha contra la crisis», y después contando que Rajoy «no transferirá prisiones, aunque abren una línea permanente de diálogo sobre el final de ETA». Y no arremetía contra Urkullu y su partido, lo que no es poco: «La entrevista confirmó las diferencias que hoy separan al PNV de CiU en cuanto a discurso soberanista». Continuaba diciendo que el lehendakari «envolvió sus demandas en un tono conciliador y moderado», y que «entre las competencias que reclama el PNV está la de prisiones. Las dos partes acordaron abrir una línea permanente de diálogo sobre el final de ETA», y después dejaba claro lo que Rajoy y «La Razón» entienden por diálogo: «pero Rajoy se mantuvo inamovible en el `no' a ceder a los nacionalistas vascos el control de la política penitenciaria».

También «El Mundo» percibía que Urkullu «marca distancias con Cataluña», y titulaba: «Urkullu relega el debate soberanista a que los vascos superen la `contaminación' de ETA». Pero no solo con Cataluña, pues la consideración del lehendakari de que es necesario construir «una convivencia normalizada superando la contaminación de la historia negra de una organización terrorista que ha actuado en nombre, supuestamente, del pueblo vasco» para el diario de Pedro J. «no tiene nada que ver con el orden de prioridades que marcara el lehendakari Ibarretxe sino al contrario».