Jon Garay, Nagore García, Ane Zelaia, Ibon Meñika y Emilie Martin | Portavoz y miembros de Herrira
Carta a las prisiones y al exilio
Ahora nos espera el reto de llevar la ola de Bilbo a todos los pueblos y barrios, avanzar en ese consenso social, articularlo y hacerlo efectivo. Y esperamos que, a pesar de la distancia, el aislamiento o el destierro, los ecos de este gran auzolan os sirvan para contrarrestar la desesperanza que tratan de sembrar los gobiernos
Ya se ha escrito mucho en relación a la manifestación del doce de enero, así que en esta ocasión nos queremos dirigir a vosotras, a las cientos de personas que habéis vivido y sentido lo sucedido en Bilbo desde la lejanía de las prisiones y el exilio.
Ha sido un año muy duro. Otro más. Presos, exiliados, familiares y allegados estáis soportando una carga de dolor e injusticia tremenda, y en estos momentos que pueden invitar a la frustración y al desánimo, es importante recibir un soplo de esperanza. Y lo de aquel sábado lo fue, claro que lo fue.
Allí vimos a vuestras madres, hermanos, parejas, hijos, amigas, en aquellas interminables filas de testimonio y dignidad que a duras penas se abrían paso entre la multitud. Y las vimos emocionadas, muy acompañadas, reconfortadas si cabe, en un gran colchón de solidaridad que, si bien no cura las heridas, sí que las alivia un poco.
Ese día también os vimos a vosotras. Estabais ahí, nerviosas y expectantes como el resto, hambrientas de noticias, de imágenes. Y os oímos reventar de alegría cuando al otro lado del teléfono os decían que sí, que habíamos colapsado Bilbo, que lo del año pasado no fue «coyuntural», que esto va a seguir creciendo hasta el final, hasta que os traigamos a casa. Las personas exiliadas, incluso, pudisteis verlo con vuestros propios ojos gracias a la retransmisión en directo de Hamaika Telebista. Y, desde luego, sentimos todas y cada una de vuestras lágrimas en aquel diluvio de sentimientos que fue la calle Autonomía.
Tras la catarsis colectiva, queda analizar cómo hemos llegado hasta aquí. Y, sobre todo, cuál es el camino a seguir.
En nuestra opinión, el éxito de esta movilización no se basa sólo en la marea humana de Bilbo sino, sobre todo, en el gran consenso social que se ha evidenciado en estas semanas en torno a sus cuatro reivindicaciones. Y eso ha sido posible por las miles de hormiguitas que han removido la tierra, generando un debate desde la pluralidad que ha demostrado que la mayoría quiere avanzar por este camino: fin de la dispersión, libertad de quienes sufren enfermedades graves, derogación de las medidas que posibilitan la cadena perpetua y respeto a los derechos humanos de los presos.
Desde el nacimiento de Herrira, hace apenas un año, nos propusimos dibujar un nuevo espacio desde el que la ciudadanía -todas las personas comprometidas con el éxito de este proceso- pueda hacer de contrapeso social al bloqueo y propiciar cambios y avances por medio de la movilización y el compromiso activo.
Y si algo se demostró el 12 de enero es que la movilización social es capaz de poner temas en el tablero, que puede empujar hacia nuevas situaciones, algo que también estamos viendo en Catalunya o en temas como los desahucios. Sin embargo, para hacerlo con la fuerza y la efectividad necesarias, hemos optado por dejar a un lado las lecturas políticas particulares y mirar directamente al objetivo concreto y común, articulando mayorías lo más amplias posibles en una hoja de ruta que conecte con la sociedad que la está caminando.
Ese espacio es el que estamos construyendo, de manera transparente y pública, con nuestros aciertos y nuestros errores. La estrategia es la que estamos compartiendo con todos los agentes políticos y sociales, y también con vosotros y vosotras: buscamos sumar complicidades no en el pasado, sino en un plan de presente y futuro que os dibuja en casa. Y de la suma sale la fuerza, lo estamos viendo en estos días.
Constatamos que la sociedad vasca está dispuesta y necesita solucionar las consecuencias del conflicto, pero eso hoy se encuentra con un tapón en el ámbito político. Ante esa realidad, nuestra fórmula es articular a esa mayoría y agitar la botella, que la presión haga saltar el tapón, o que lo mueva al menos, con el convencimiento de que se puede, de que hay energía suficiente.
En todo caso, no somos de la opción de quedarnos a la expectativa, ni permitir que los inmovilistas marquen los ritmos. En nuestra opinión, la clave para mover al elefante es dejar de mirarlo y fijar la vista en la sociedad, buscar los puntos de acuerdo y organizarlos en una dinámica efectiva que aparte del camino al animal.
Desde luego, discrepamos profundamente de quienes siguen poniendo el peso del desbloqueo en el EPPK. Lo primero, porque estamos hablando de vulneraciones de derechos humanos y su garantía no debe estar sujeta a ningún intercambio político. Los derechos humanos o se respetan o se vulneran, o al menos eso creíamos. Y, en segundo lugar, nos parece que eso es desviar la responsabilidad de quien la tiene en este momento: los gobiernos.
Desde Herrira vemos que, a pesar del chapapote de crueldad y venganza en el que os mantienen encerrados, los presos seguís contribuyendo al avance del proceso. Pero observamos también que los pasos que habéis dado como colectivo siempre se encuentran ante el mismo muro, siempre son insuficientes para quienes no se mueven ni un milímetro. Y mucho nos tememos que esto seguirá siendo así. Sin embargo, queremos deciros que la ciudadanía sí que valora esos pasos, y los va a seguir valorando en el futuro.
En lo que nos toca, es la receta que estamos aplicando en Herrira. Procuramos mirar poco al elefante y mucho a la sociedad, no caer en trampas ni batallas estériles y tratar de activar las palancas que pueden generar movimiento. Por eso, y para conseguir avances efectivos, vemos que el punto de acuerdo empieza en los derechos, y en torno a ellos estamos generando consensos y activando voluntades.
Qué duda cabe, nuestra meta y cometido es la vuelta a casa de todos y todas vosotras, y tenemos muy claro que éste no es un tema exclusivamente de derechos humanos. Estamos en Gernika, en Aiete, y creemos que hay un problema político que debe ser resuelto políticamente. Pero nosotros y nosotras no operamos en ese ámbito, no representamos ninguna opción partidaria, y lo que buscamos es que todas ellas se acerquen al sentir de la calle, que es donde estamos como movimiento y donde, por otra parte, se ve mucho más fácil cerrar las heridas y abrir camino. Porque la gente necesita avanzar, y es evidente que a demasiados políticos les interesa lo contrario.
El pasado 26 de enero celebramos nuestro primer Bilgune Nacional, tras un proceso de enmiendas y aportaciones en el que acabamos de definir la ponencia que os enviamos a las cárceles hace unas semanas. Como ya habréis leído, en ella se recogen los objetivos y dinámicas para 2013, y esperamos que todo este ejercicio de participación popular dé sus frutos. Con nuestras limitaciones, cosas por mejorar y errores como todo el mundo, estamos poniendo mucha ilusión en el objetivo de traeros a casa y, desde el papel que nos toca en la sociedad civil, nos hemos comprometido a empujar hasta conseguirlo.
Ahora nos espera el reto de llevar la ola de Bilbo a todos los pueblos y barrios, avanzar en ese consenso social, articularlo y hacerlo efectivo. Y esperamos que, a pesar de la distancia, el aislamiento o el destierro, los ecos de este gran auzolan os sirvan para contrarrestar la desesperanza que tratan de sembrar los gobiernos.
Nosotras somos optimistas. Y no porque el elefante nos inspire ninguna confianza. Somos optimistas porque creemos en esta sociedad, y aquí nadie se imagina un futuro de resolución y paz que no incluya vuestra vuelta a casa. Habrá muchas diferencias sobre el punto de partida, cada cual tendrá sus matices en cuanto al recorrido, pero la meta que tenemos es la misma: cerrar las heridas, articular un proyecto de convivencia en el que todos y todas vamos a salir ganando. Estamos seguras de que sabremos encontrar el camino.