Decenas de miles de personas volvieron a salir a la calle en las provincias con población de mayoría suní, para exigir la salida del poder del primer ministro chií Nuri al Maliki, una semana después de la muerte de ocho manifestantes tiroteados por el Ejército en las protestas que tuvieron lugar en Faluya

Precisamente en esta ciudad, miles de personas ocuparon una parte de la autovía que lleva a Bagdad, para denunciar la marginación de la que los suníes dicen ser víctimas en Irak. «Queremos la caída del régimen sin negociaciones», se leía en una pancarta. «Continuaré manifestándome, aunque me quede solo», afirmaba Oussama Naïf, un joven herido la semana pasada. En Rapadi, capital de la provincia de Anbar, se pudieron ver banderas iraquíes de la era de Sadam Hussein. «Pido a la Liga Árabe y a la ONU que protejan a los manifestantes y presionen al gobierno iraquí para que atienda las reivindicaciones del pueblo», reclamaba otro manifestante, Abdelrahman al-Ghaui.

En Mosul cientos de personas pidieron la dimisión de Maliki. «Basta de injusticia y sangre vertida. Vete Maliki», se leía en las pancartas.

Los suníes se siente perjudicados por el gobierno y exigen la liberación de los detenidos y la derogación de la legislación antiterrorista.

El pasado jueves, el ala de Al Qaeda en Irak dijo apoyar a los manifestantes y llamó a «tomar las armas contra el gobierno».

Las manifestaciones comenzaron a finales de diciembre, tras el arresto de los guardaesepaldas del ministro suní de Finanzas.