NARRATIVA
Palestina desde fuera
Iñaki URDANIBIA
Elias Sanbar (nacido en 1947) es uno de las víctimas de tal desastre ya que sus padres marcharon, para evitar lo peor, al Líbano , viajando posteriormente él a París, donde reside desde entonces. Allí, colaboró con el filósofo Gilles Deleuze, con el cineasta Jean-Luc Godard ( la ocasión más reciente en «Film Socialisme») y dirigiendo la prestigiosa, y necesaria, «Revue d´études palestiniennes». Es, además, profesor universitario, traductor del poeta palestino, par excellence, Mahmud Darwix y representante de la diáspora palestina en las negociaciones de Washington y Madrid , amén de ser miembro del Consejo Nacional Palestino.
Estas breves pinceladas biográficas sirven para marcar el eje de la actividad de este desplazado, de ese ser desterritorializado que siempre ha conocido su patria «desde fuera», desde Beirut, París, Port-Bou, Atenas o Nueva York. Nueve flashes componen este libro, hibridación de intelecto y pasión, siempre con Palestina en la pluma y en el corazón. En las sintientes páginas -que se inclinan más hacia la conjunción(y) que a la disyunción(o) entre los géneros- se amontonan recuerdos de la niñez y de los relatos paternos, y se pisa con pasos imaginarios las tierras hurtadas por el colonialismo sionista, al tiempo que se rinde debido homenaje a los resistentes contra la invasión que no paran de luchar, infatigables, contra el latrocinio al que son sometidos, reclamando la única forma de mantener su identidad y sus derechos: la creación de un estado uni o binacional. Colándose, por medio del dolor provocado por los hechos padecidos y vistos, un fino sentido del humor que acompaña la paciente y terca espera en la liberación.
La mirada del exilio, del despojado de su casa familiar en Haifa, se realiza desde los nuevos territorios transitados, los de la política, el arte, y por los de la rebeldía del autor de «El cautivo enamorado», san Genet escritor y mártir que dijese Jean-Paul Sartre; autor que vivió en tierras palestinas las huellas de la muerte aplicada por el ejército invasor y vivió solidario la marginación de los desheredados palestinos como él en su momento vivió la suya en propia carne; Elias Saban sigue los pasos del escritor nombrado por la geografía del terror vivida en Sabra y Chatila, del mismo modo que sigue los pasos de algunos fedayines en combate, y de algunos líderes palestinos víctimas, en tierras lejanas, de atentados de los agentes del Mossad israelí, y asoman Yacer Arafat, Juan Goytisolo y muchos personajes célebres y anónimos ligados a la causa palestina. Y si al otro le dolía España, a Elias Sabar le duele Palestina y canta a sus gentes, a sus paisajes, a sus esperanzas y lo hace con brillantes tonalidades líricas al tiempo que con una sencillez encomiable , siempre desde la ausencia de la patria hurtada, pisoteada , humillada, troceada en una política programada del leopardización: ahí están Gaza y Cisjordania.
Una vuelta a Palestina por ochenta mundos en los cuales el autor ha de taparse en más de una ocasión los oídos para no escuchar las verdades oficiales sobre «la herida palestina» u oyendo , dedicarse a desmontar las patrañas urdidas por los defensores del mejor de los mundos posibles, falacias repetidas en obediente karaoke por los seguidores de la voz de los amos, manteniendo, Elias Saban, siempre en alto la bandera del «combate por la piel y por el alma» que dijese el poeta Mahmud Darwix.