Raimundo Fitero
Los Serrano
En la excelente entrega de su vuelta a la parrilla del «Salvados» de Jordi Évole, recibida con unas audiencias espectaculares, nos encontramos con varias referencias a la televisión que no dejaron de sorprendernos. Comparar el sistema educativo de Finlandia con la realidad de los diferentes territorios del Estado español, es una prueba de derrotismo. En la crisis económica de los noventa, Finlandia recortó presupuestos en Educación y perdieron una generación entera, por ello aprendieron la lección y ahora son un modelo mundial, una organización de su sistema educativo que está por encima de las coyunturas electorales, es decir no se toca, y se dedican unos recursos económicos ejemplares, en un lugar donde la presión impositiva no es superior a la de aquí. Es una cuestión de decisiones políticas, de apostar, de pensar en el futuro.
Cada cuarenta y cinco minutos lectivos hay quince de patio. Todo es gratuito, comida, material escolar, y el noventa y ocho por ciento de los centros son públicos. Otra concepción diametralmente opuesta a la que vivimos y la que se nos anuncia. Pero nos sorprendió que acudió a un centro educativo en el que se estudiaba en finés y en español. Como segunda lengua se elegía la de Cervantes y una de las maestras lo hablaba con una nitidez asombrosa. Después nos dijeron que para entrar en la carrera de magisterio se necesitan notas muy altas, y no llega al veinte por ciento los admitidos, y que se valora la vocación. Es la comunidad de maestros quienes organizan sus materias, sus centros y el Estado confía en ellos.
Se nos indicó que los niños no ven televisión, que se dedican a hacer deberes, jugar o leer. Y que como todo se hace subtitulado, es decir, no se dobla nada, es un incentivo para los niños aprender a leer para poder entender la televisión. Esto está comprobado y en los países donde no se doblan ni las series ni las películas, sus ciudadanos hablan más idiomas, como es el caso de Portugal. La cuestión chocante es que se seguía mucho en Finlandia la serie «Los Serrano, o «Cuéntame». Los guionistas, actores, directores, tienen una responsabilidad con el idioma más allá de los resultados de audiencia local.