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La guerra en Mali rescata del olvido a los pueblos bereberes

La guerra en Mali y la consiguiente represión del Ejército de Mali contra los tuaregs de Azawad -que se han hecho fuertes en la ciudad de Kidal- no ha pasado desapercibida para sus hermanos de Libia y, en general, para toda la población amazigh (bereber) del norte de África. Este pueblo sin Estado ha decidido que es el momento de reivindicar su lugar en la Historia, y acusa a París de apuntalar a un régimen, el de Bamako, basado en la discriminación de los tuaregs.

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GARA | TRÍPOLI-AGADIR

Marruecos y Libia han sido escenario el pasado fin de semana de manifestaciones de protesta por la guerra en Mali.

En Libia, tuaregs de Oubari y de Sebha salieron a la calle para denunciar las operaciones de castigo del Ejército maliense contra sus hermanos de Azawad y para exigir a la comunidad internacional que intervenga para proteger a la población civil de los excesos de los soldados.

Los tuaregs de Libia recuerdan que Azawad «no está sola» y advierten de que los tuaregs de Air, Ajjer y Ahaggar podrían acudir en auxilio de sus hermanos. Más aún, recuerdan que los tuaregs forman parte de la nación amazigh (bereber), que está repartida por todo el norte del continente africano.

En esta línea, los imazighen de Marruecos (más del 50% de la población) han comenzado a movilizarse y convocaron el pasado fin de semana varias marchas, algunas de las cuales fueron reprimidas por la Policía.

Agentes armados del reino alawí impidieron sendas manifestaciones en Agadir e Inezgane, deteniendo a decenas de manifestantes e incautándose de banderas imazighen. Igualmente, cerraron el acceso a la ciudad norteña de Alhucemas para impedir a otros grupos de activistas llegados de localidades contiguas manifestarse.

En contraste, sí permitió a cientos de manifestantes salir a la calle en la capital, Rabat, convocadas por el movimiento juvenil Coordinación Tawada Imazighen. Los manifestantes corearon consignas exigiendo la puesta en libertad de los presos políticos bereberes, entre ellos dos estudiantes universitarios condenados a diez años de cárcel por la muerte de otro estudiante izquierdista, y de un obrero de Imiter (sur del país), que participó en una manifestación contra la contaminación del agua en la región y fue condenado a tres años de prisión tras ser acusado de robo.

Los manifestantes, que enarbolaban banderas del movimiento amazigh y portaban fotos del legendario caudillo Abdelkrim el-Jatabi, reivindicaron poner fin a la confisca- ción de las tierras colectivas, reconsiderar los símbolos bereberes de la resistencia marroquí y apoyar a los tuareg de la región de Azawad.

Azawad es la tierra de 800.000 de los 2 millones largos de tuaregs que viven en el norte de África (sobre todo en el norte de Níger y en el sur de Argelia). Los tuaregs forman parte de la nación amazigh.

Los imazighen salieron del ostracismo con motivo de la revuelta contra el líder libio Muammar al-Gadafi . Desde las montañas de Nafusa resistieron los bombardeos del derrocado régimen libio y lideraron el asalto final sobre Trípoli. Su protagonismo militar en la reveuelta libia les sirvió de poco y fueron traicionados por el nuevo régimen, que les negó el reconocimiento de su especificidad como pueblo.

La guerra de Makli, y la liberación de la tercera ciudad de Azawad, Kidal, a manos del tuareg MLNA, les ha devuelto visibilidad.

Acuerdo de París y Washington sobre una «fuerza de paz» de la ONU

París y Washington acordaron ayer la necesidad de desplegar «lo antes posible» en Mali una «fuerza para el mantenimiento de la paz» bajo la autoridad de la ONU, una cuestión sobre la que las autoridades malienses se muestran escépticas.

«Hemos llegado al acuerdo sobre el hecho de que la fuerza africana en Mali sea puesta lo más rápidamente posible bajo la autoridad de la ONU», declaró el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, durante una declaración en El Elíseo flanqueado por el presidente francés, François Hollande, quien insistió en que se trata de una misión «que deberá convertirse en una operación de mantenimiento de la paz».

El ministro de Relaciones Exteriores de Mali, Tieman Coulibaly, sostuvo que el objetivo de la misión militar es su país es «destruir las redes terroristas» y se mostró escéptico sobre el despliegue de una «fuerza de paz», como plantean París y Washington.

«Tenemos que llevar a cabo esta operación hasta el final y destruir las redes terroristas en Mali», señaló Coulibaly a AFP. «El Estado maliense desea que Francia lleve a cabo su misión, que es ayudar a restaurar la integridad territorial de Mali. Hay que ir al final», insistió varias veces.

Señaló que las tropas malienses y chadianas, se encuentran ya en Kidal, en poder de los tuareg, pero cuestionó la transformación de las tropas internacionales presentes en Mali en una «fuerza de paz» de la ONU. «Habría que definir el mandato (...) Es fundamental. Mantenimiento de la paz, ¿con qué objetivo? ¿Mantener la paz entre Mali y los terroristas? No. Y una negociación con los terroristas está fuera de lugar». GARA

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