Vicente Larrea sigue interactuando con Bilbo al donarle siete esculturas
La «generosidad» del escultor bilbaína al donar siete obras suyas -parte de su colección privada- refuerza la colección propia de escultura vasca de posguerra del museo de Bellas Artes de Bilbo que, con sesenta y seis obras, se convierte en la más importante colección pública de Euskal Herria. Fruto de la buena gestión, las donaciones recibidas por el museo en los últimos diez años alcanzan la cantidad de 7.360.000 euros, señaló su director, Javier Viar.
Alvaro HILARIO | BILBO
Con las siete últimas esculturas que Vicente Larrea (Bilbo, 1934) acaba de donar, ya son once las obras del escultor que se exhiben en la sala 32 del museo de Bellas Artes de Bilbo. Se trata de seis esculturas en bronce y una en acero inoxidable, realizadas entre 1967 y 2002. En ellas se aprecia la trayectoria del artista, desde sus inicios en escultura constructiva y geométrica, hace más de cuarenta años, hasta sus últimas obras, poseedoras de un singular estilo fácilmente reconocible, basado en el desarrollo libre de elementos orgánicos.
Como señaló Javier Viar, director del museo, con esta donación la colección propia de escultura vasca de posguerra alcanza ya las sesenta y seis piezas, convirtiéndose así en la más importante colección pública de esta escuela o corriente escultórica.
Por otra parte, el mismo Viar anunció que las donaciones de obras de arte hechas al Bellas Artes en los últimos diez años, «resultado de la gestión del museo», alcanzan en conjunto el valor de 7.360.000 euros.
Obras y trayectoria
Los años 60 marcan la ruptura de Larrea con su trabajo anterior, ruptura coincidente en el tiempo con el nuevo rumbo que diferentes grupos de vanguardia imprimieron a la escultura vasca ( y, en general, toda expresión artística) bajo la necesidad de un arte autóctono y experimental. De estos años datan las primeras obras no figurativas de Larrea, como «Homenaje a Kirikiño», del que el museo posee el boceto de mediano formato, mientras que la obra definitiva, en bronce y piedra, se encuentra junto al cementerio de Mañaria.
A esta etapa corresponden varias de las esculturas ayer presentadas: «Espacio para una vida I» (1967), «Cadena 3» (1968), «Proyecto para una cárcel deshabitada» (1969) y «Santimamiñe uno bis» (1971).
Las tres restantes («Achúcarro, Alzola y Hoffmeyer», «Chúrruca» y «Bastida») son de 2002, su última época. Son estas esculturas construidas por una lámina continua, de apariencia y espesor variable que sigue un ritmo ondulante.
La peculiaridad de estas tres reside en que son los proyectos otras tantas de gran tamaño colocadas en la bilbaina plaza de San José. De hecho, Vicente Larrea dijo que había donado estas tres «para que no estuviesen separadas».
El escultor, que recalcó como Javier Viar «siempre ha expuesto la voluntad de tener obras de todos nosotros» (en referencia a su generación), recordó también que faltan en el museo algunas obras de su época intermedia, «pero a lo mejor van llegando», avanzó.
Los años 60 marcan la ruptura de Larrea con su trabajo anterior, ruptura coincidente en el tiempo con el nuevo rumbo que diferentes grupos de vanguardia imprimen a la escultura vasca bajo la necesidad de un arte autóctono y experimental.
Lugar: Museo de Bellas Artes de Bilbo; sala 32.
Obras: Once piezas de Vicente Larrea, parte de la colección permanente del museo.
Precio de la entrada: 6 euros. Miércoles, entrada libre. Parados, gratis todos los días.
Hijo y nieto de escultores, estudiante en los jesuitas de Indautxu y la escuela de arte y oficios de Atxuri e ingeniero de minas, Vicente Larrea es uno de esos extraños casos de artista que ha trabajado en su ciudad y ha sido reconocido por esta.
Varias de las esculturas donadas al museo son bocetos de piezas colocadas en espacios públicos bilbaínos, como las tres situadas en la plaza San José y «Dodeklatos» (2000-2002), que puede observarse frente al palacio de música y congresos Euskalduna. «Formas concéntricas» (1968), en el museo, tiene su réplica en gran tamaño con «Formas concéntricas 2» (1969), instalada en el grupo de viviendas Begoñalde. «Cadena de ácidos» (1967), en la calle Simón Bolívar, es otra de estas obras de gran tamaño de las situadas en Bilbo. Pero la presencia de Vicente Larrea no se limita a la capital vizcaina. Hay esculturas suyas en Mañaria («Monumento a Kirikiño»), Galdakao («El gallo»), Barakaldo («Samotracia»), Iruñea («Maia»), Leioa («Retablo de la libertad»), Zumarraga («Angel»), Durango («Diálogo-abstracción 8»), Derio («Makila») o el Artium («Broca Kenkenes»). A.H.