Cumbre de jefes de estado y de gobierno comunitarios
La Unión Europea acuerda por primera vez un presupuesto a la baja
La Unión Europea, minada por la crisis, aprobó ayer un presupuesto de austeridad para los próximos siete años, marcado por primera vez en su historia por una reducción respecto al periodo precedente. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, señaló que se trata de un presupuesto «modesto», pero «el único posible», lo que no impidió que los principales grupos del Parlamento Europeo lo rechazan tras tildarlo de «deficitario».
GARA | BRUSELAS
«Valió la pena esperar», aseguró el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, al anunciar que los Veintisiete lograron llegar a un acuerdo sobre el presupuesto de la Unión Europea (UE) para lo que resta de década tras casi 28 horas de maratoniana negociación en Bruselas.
El acuerdo llegó tras intensas negociaciones, múltiples recesos y cuatro propuestas revisadas para cerrar unas cuentas hasta 2020 que plantean un techo máximo de compromiso de gastos de 959.990 millones de euros (13.000 menos que en la anterior propuesta y 34.000 menos que en el presupuesto 2007-2013) y 908.400 millones (33.000 menos respecto al septenio anterior) como tope de pagos.
Esto supone una disminución de 3% en el presupuesto para el periodo 2014-2020 en comparación con los siete años anteriores. Por primera vez en la historia, las cuentas tendrán una dotación inferior a las actualmente vigentes pese al aumento de las tareas encomendadas a la UE.
Una vez lograda la unanimidad requerida, tras superar los últimos escollos planteados por Malta y Letonia, el texto pasará a la Eurocámara para su aprobación.
Sin embargo, los cuatro principales grupos parlamentarios -conservadores, liberales, socialistas y verdes- advirtieron que no aceptan el acuerdo sobre el marco presupuestario sellado por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE por considerarlo «deficitario», y aseguraron que «las negociaciones reales comenzarán ahora con la Eurocámara».
Recalcan que mantienen sus «prioridades» de que el presupuesto comunitario «promueva el crecimiento y la inversión en la UE», de forma que permitan la recuperación económica de los Veintisiete. Estiman que el acuerdo debilita la competitividad de Europa y reclaman un presupuesto «equilibrado».
Piden que se aplique una mayor flexibilidad, para que se puedan transferir fondos de unas políticas a otras y de un año a otro; rechazan mantener un «presupuesto de austeridad durante siete años», por lo que solicitan la inclusión de una cláusula de revisión en dos o tres años; demandan un presupuesto basado en recursos propios que reemplace progresivamente al sistema actual, anclado en las contribuciones de los estados miembros, y solicitan unas cuentas que respalden políticas «orientadas al futuro» para fortalecer la competitividad y la investigación.
De no lograrse el visto bueno de la Eurocámara, la UE deberá recurrir a presupuestos negociados anualmente.
Van Rompuy, no obstante, aseguró que las cuentas acordadas eran «modestas», pero «las únicas posibles», y defendió el pacto alcanzado por «equilibrado» y estar «orientado al crecimiento». En esa misma idea incidió el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso.
Ambos valoraron que el pacto logrado aumenta las partidas destinadas a fomentar la competitividad, el crecimiento y el empleo juvenil.
Contribuyentes netos
El acuerdo supone el triunfo de los contribuyentes netos, liderados por Gran Bretaña y Alemania, que reclamaban más ajustes en línea con la austeridad que Bruselas exige a los estados miembros.
En decenas de reuniones bilaterales y algunos enfrentamientos, los líderes comunitarios defendieron hasta el final los intereses de sus estados, lo que bloqueó la negociación durante casi veinticuatro horas.
Las discusiones fueron difíciles y en ellas el primer ministro británico, David Cameron, se mostró como un negociador formidable, aunque contó con la inestimable ayuda de Van Rompuy y de la canciller alemana, Angela Merkel, lo que enfadó al presidente francés, François Hollande, que consideró que la propuesta que se puso sobre la mesa estaba adaptada a las exigencias de Cameron. Algo que no gustó tampoco al primer ministro italiano, Mario Monti, quien antes del acuerdo manifestó que «no podemos aceptar la lógica de un Estado que no sabemos si seguirá siendo miembro de la UE en 2017», en referencia al referéndum que Cameron pretende convocar si gana las próximas elecciones.
«Los ciudadanos británicos pueden estar orgullosos de que hemos rebajado por primera vez en la historia el límite de la tarjeta de crédito para siete años de la UE», presumió Cameron. «Como resultado, el presupuesto de siete años de la UE costará menos del 1% del PIB europeo, también por primera vez», apuntó.
Cameron consiguió mantener intacto el preciado «cheque británico», que en 2010 ascendió a 4.000 millones de euros. También logran compensaciones financieras otros contribuyentes netos como Dinamarca (130 millones), Países Bajos (695 millones), Suecia (185 millones) y Austria (60 millones).
Para Merkel, el pacto es un triunfo porque está «orientado hacia el crecimiento, el empleo y la competitividad» y porque «responde a la consolidación que todos tenemos en nuestros países».
El acuerdo se interpreta como una derrota para Hollande, que defendía frente a Cameron un presupuesto ambicioso que favoreciera el crecimiento. «Tenemos un acuerdo que no responde a todo lo que habríamos deseado», reconoció Hollande, quien dijo no haber recurrido al veto para no perjudicar el interés europeo y evitar que el presupuesto se convirtiera en anual.
El último recorte de Van Rompuy se concentró en los fondos destinados a infraestructuras, especialmente las de alta velocidad, mientras que el ajuste en administración y sueldos de eurofuncionarios se limita a 1.000 millones de euros extra. Para ello, se reducirá en un 5% el personal en todas las instituciones europeas durante el periodo 2013-2017, se aumentará el tiempo de trabajo sin incremento salarial y se congelarán sueldos y pensiones durante dos años.
Las dos principales políticas de la UE, la Política Agrícola Común (que gana algo más de mil millones) y los fondos de cohesión para las regiones más desfavorecidas (con 4.500 millones extra) quedaron a salvo en el presupuesto comunitario.