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Berlinale 2013: Un Oso de Oro para Claude Lanzmann

Cuatro cientas películas, entre ellas «The Grandmaster» de Wong Kai Wai -una historia de amor, traición y artes marciales con la que se inauguró el pasado jueves el Festival de Cine Berlín, la Berlinale- hacen las delicias del público en un certamen donde la presencia de las mujeres comienza a ser notable. El fracking, tan famoso últimamente entre nosotros, llegó ayer a competición con «The promised land», de Gus Van Sant.

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Iratxe FRESNEDA

La presidencia del jurado de la 63 edición de la Berlinale ha recaído en Wong Kar Wai («In the mood for love», «My blueberry nights»). Apoyando al realizador chino estarán a su lado Susanne Bier, Tim Robbins, Shirin Neshat, Athina Rachel Tsangari, Andreas Dresen y Ellen Kuras. Todos ellos presenciarán como el director francés Claude Lanzmann recibe uno de los osos de oro por «Shoa», la película más relevante realizada hasta el momento sobre el Holocausto. En palabras del director del certamen, Dieter Kosslick: «Pienso que ya era hora de homenajear no solo a Claude Lanzmann por su obra, sino, además, a un documentalista, por primera vez en la Berlinale».

Entre los aspirantes a los premios del jurado figuran Steven Soderbergh, con la que dicen es su despedida del cine -el thriller «Side effects»-, Gus Van Sant, con «Promised land», que se proyectó ayer, y el bosnio Danis Tanovic (Óscar a la mejor película de habla no inglesa por «En tierra de nadie»). También pasarán por aquí la interesante producción chileno-española «Gloria», de Sebastián Lelio, y una apuesta personal de Kosslick: el filme «Uroki garmonil», del debutante Emir Baigazin

La sección oficial la completan «Prince avalanche», con Paul Rudd y Emile Hirsch; «The necessary death of Charlie Countryman», dirigida por Fredrik Bond e interpretada por LaBeouf -una de las presencias estelares anunciadas por Kosslick-; «Layla fourie», de Pia Marais, y «Gold», interpretada por una de las musas de la Berlinale, Nina Hoss, quien el año pasado nos deleitaba con su magnífica interpretación en «Barbara» de Petzold. Hay también cine del Este, como la rusa «A long and happy life», de Boris Khlebnikov, y la rumana «Polizia copilului» (Child's Pose), de Clin Peter Netzer.

Fuera de concurso se exhibirán el tercer encuentro romántico entre Hawke y Delpy, en «Before midnight» de Richard Linklater, así como «Nigth train to Lisbon», de Bille August y con Jeremy Irons. De la sección Panorama destaca «Don Jon's addiction», con Joseph Gordon-Levitt ejerciendo de actor-director y mostrando su adicción al porno. Y en esa misma sección se proyectará «Lovelace» de Rob Epstein, con Sharon Stone poniendo carne a la protagonista de «Garganta profunda». También en Panorama se estrenará la última película de Isabel Coixet, «Ayer no termina nunca», con Javier Cámara y Candela Peña, la cuarta aportación a la Berlinale de la directora catalana.

Además de las películas a competición y de las diversas secciones que acoge este año el festival, la Berlinale continúa siendo un escaparate para las estrellas. Este año desfilarán por la alfombra roja berlinesa Catherine Deneuve, Juliette Binoche, Isabelle Hupert, Matt Damon, Jude Law, Nicolas Cage, Jeremy Irons, el cantante-actor Shia LaBeouf y Ethan Hawke, entre otros. Fuera del programa, mujeres como Isabella Rossellini, quien recibirá una Cámara de Oro, o Anika Ekberg, la estrella invitada en el Talent Campus de este año.

«Pardé»

Muchas miradas, sobre todo las más sensibilizadas con la defensa de los derechos humanos, están fijadas en la película iraní «Pardé», de Jafar Panahi y Kamboziya Partovi, una obra en torno a la vida de las personas presas en su propia casa. Su historia se remonta a varios años atrás. Sucedió en Irán, donde gobierna Mahmud Ahmadineyad. Pero, a pesar de la lejanía cultural y geográfica, las razones del encarcelamiento no resultan excesivamente exóticas. Los motivos son obvios: expresar oposición por mínima que sea y, en alguno de los casos, hacer amago de oponerse a un Gobierno. Tal es el caso del cineasta Mohammad Rasulof, el director de «Las praderas blancas», seleccionado en el Festival Internacional de Cine de Donostia en 2009. A Rasulof lo detuvieron junto a Jafar Panahi (director del «El círculo», León de Oro en Venecia en 2000) y otras quince personas en marzo de 2010 bajo la sospecha de que estaban preparando una película sobre los sucesos que rodearon las polémicas elecciones de 2009, los comicios en los que Mahmud Ahmadineyad fue reelegido presidente. Rasulof ha pasado tres semanas en prisión, pero el pasado diciembre recibió la misma condena que Panahi, seis años de cárcel. Panahi no salía de su asombro y le preguntaba al juez: «¿Cómo es posible que a alguien se le condene por una película de la que solamente ha filmado el 30%?». Y, a pesar de todo, él es casi un afortunado, a pesar de la condena de seis años, de su huelga de hambre, de su aislamiento y de la guinda de su condena que le prohíbe dirigir películas, escribir guiones, viajar al extranjero o conceder entrevistas durante los próximos veinte años. Sí, él es casi casi un privilegiado, porque es una cineasta relativamente conocido gracias a los premios que ha recibido en festivales de renombre, gracias a que en Cannes su silla como jurado «quedó vacía» porque cineastas como Tavernier o el mismo Spielberg apoyaron su causa. Gracias a las presiones, y al pago de la fianza, Panahi salió de la cárcel. Pero, además de él, otros cineastas mucho menos conocidos están o han estado cautivos en cárceles como la de Evin. Irán no es el único lugar en el mundo donde se encarcela a intelectuales, activistas o políticos únicamente porque reivindiquen otra realidad, otro modo de hacer política, de gobernar. Pero ésa es otra historia.

La visibilidad de la mujer a debate

Como otra historia es la presencia de la mujer en los festivales de cine. El próximo día 15, aprovechando la coyuntura del festival , se celebrará «You cannot be serious-A discussion on the status of women» (No puedes estar hablando en serio-Un debate sobre el estatus de la mujer). Una jornada, impulsada por el Dortmund-Cologne International Woman Film Festival y Athena Film Festival de Nueva York, que invitará a mujeres de distintos lugares del mundo a analizar su rol en la industria audiovisual y reivindicar el papel de las mujeres dentro de la industria del cine y del audiovisual. Hace tiempo que desde distintos organismo se denuncia la no presencia femenina en los festivales de cine (salvo en el papel de actrices) a pesar de que en los márgenes del cine, en lo que se conoce como el cine independiente proliferan las cineastas. Curioso es el dato que daban las organizadoras al señalar que solamente dos directoras han sido premiadas en los principales eventos mundiales del cine: Jane Campion -Palma de Oro en el Festival de Cannes por «El piano»- y Kathryn Bigelow -Óscar por «En tierra hostil»-. La iniciativa también recibe el apoyo de la European Women's Audiovisual Network (EWA) y Mujeres Iberoamericanas del Cine y Medios Audiovisuales (MICA)

Circuitos alternativos

Berlín es uno de esos festivales que, aún siendo un mercado importante, continúa reservando espacios y parte de su alma a los miles de espectadores que acuden al evento hambrientos de propuestas arriesgadas: medio millón de butacas aproximadamente en torno a Potsdammer Strasse. Pero al margen de la oferta oficial de la 63 edición de la Berlinale (hasta el 17 de este mes), la ciudad ofrece un circuito más o menos alternativo creado en torno a la Berlín Film Society, Kinostalgia, Mongay o Director's Lounge. Apúntense los nombres si deciden acercarse a Berlín a pasar frío y ver una propuesta cinéfila estimulante.

Matt Damon y Gus Van Sant llevan el controvertido Fracking a competición

El actor estadounidense Matt Damon llevó ayer a la Berlinale el rostro de la estafa ecológica en “Promised Land”, un filme de Gus Van Sant sobre la usura voraz de la industria energética que convierte a granjeros en desposeídos de su tierra. Damon, con su eterna cara de chico bueno pese a interpretar a un engatusador profesional, acaparó los flashes de la primera jornada a competición. «Es un personaje en dilema, que trata de no escuchar a su conciencia, aunque sabe el alto coste que implica ignorarla», explicó el actor, en un papel diseñado a su medida y en un filme del que es además coguionista y productor. “Promised Land” arranca con la llegada de Damon y Frances McDormand a un pueblo de granjeros perdido en EEUU que el consorcio Global pretende perforar en busca del gas, por mucho que conlleve envenenar el subsuelo de los prados donde pacen las vacas. Se trata de perforaciones a kilómetros de profundidad –el controvertido método fracking–, para el que se insuflan productos químicos y que Global quiere llevar adelante estafando con un contrato subvalorado a los granjeros.

«No es filme de héroes y villanos. En nuestro mundo, también el de los consorcios sin escrúpulos, uno puede pasar de un lado al otro sin dejar de ser la misma persona», apuntó Van Sant, presente en la Berlinale como nombre de peso entre los 19 aspirantes a Oso. Damon y McDormand serán exponente del principio de que «nada es sólo blanco o negro» –en palabras del actor–. Llegarán al pueblo pensando que será una pieza fácil y se toparán con un viejo maestro, ingeniero de elite ya jubilado y líder de la resistencia en tanto que suficientemente viejo para permitirse el lujo de morir con dignidad, en lugar de venderse barato. A partir de ahí empezarán a hacerlo todo mal, desde comprar al alcalde a tratar de hacerlo con un activista ecologista tan engatusador como los enviados del consorcio.EFE

 

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