Raimundo Fitero

Patronal

Don Joan Rosell es el presidente de ese lugar tan propicio al vandalismo que se conoce como CEOE. Allí coinciden los empresarios de diferentes medidas en sus negocios y por ello se llaman «La Patronal», nombre de reminiscencias caciquiles, pero que les sienta muy bien en estas épocas de derechos mínimos, despidos baratos y condiciones decimonónicas en los nuevos contratos. Es una organización que recibe subvención del Estado, es decir, no es algo que se pagan solamente sus afiliados, sino que para mantener un buen nivel de estructura de dirección y administración, y que son parte importantísima en todo lo referente a la interlocución social.

Hecha la consideración narrativa, viene a cuento este señor porque en unas mañanas de trajín mediático fue soltando perlas cultivadas, que después ha mantenido con vehemencia. Por ejemplo sugiere que es más barato dejar a algunos funcionarios en su casa, sin que acudan al puesto de trabajo para que no gasten en teléfono y papel. O se le llena la boca de aliento negacionista diciendo que no se cree la Encuesta de Población Activa (EPA) que realiza el INE siguiendo los parámetros europeos. Es decir niega la existencia de seis millones de parados. Eso sí, da valor a los cinco millones de los inscritos en el INAEM.

Dijo muchas más excrecencias de su pensamiento económico que mejor no menearlas, porque con estas dos ya ha logrado su objetivo: que hablemos de ello y así ayudar a disolver algo el asunto Bárcenas, que será de su organización, es de imaginar, porque el anterior presidente de esta confederación de empresas, Gerardo Díaz Ferrán, recuérdese, está en el talego por robar, mandar dinero a paraísos fiscales y todo el manual del empresario triunfador. Este Rosell, pide más mano dura a Rajoy en los asuntos de la reforma laboral, pide privatizar todo siguiendo la consigna de rapiña que informa sin pruebas que lo privado siempre es mejor que lo público. Es un prototipo de vendedor de peines mediático, al que le dan mucha cancha en los platós porque está al servicio de la misma idea del capitalismo salvaje primario que busca alcanzar beneficios privados a base de reducir la calidad de los servicios públicos.