Mikel INSAUSTI

Hay películas que influyen mucho en el debate sobre la enseñanza, y ahí está el reciente impacto causado por la premiada ficción docudramática de Laurent Cantet «La clase». Pero el documental siempre puede ir más lejos, al menos para mostrar que otra cultura pedagógica es posible. «Entre maestros» profundiza en el camino marcado por el japonés Noboru Kaetsu hace casi diez años con «Pensando en los demás», y que vino a coincidir con lo apuntado por Nicolas Philibert en «Ser y tener» a la hora de dignificar la figura del docente. Son títulos que nos recuerdan que la vocación del magisterio no se perderá, a nada que el sistema educativo sepa respaldar al profesorado en su lucha diaria contra la masificación de las aulas, la marginalidad y el fracaso escolar.

Pero los cambios en la enseñanza oficial nunca terminan de llegar, forzando a la búsqueda de soluciones alternativas como la que plantea ya mismo el profesor de Física y Matemáticas Carlos González Pérez en su libro «Veintitrés maestros, de corazón: un salto cuántico en la enseñanza», que el documentalista Pablo Usón ha adatado en «Entre maestros» llevando a la práctica sus innovadores conceptos teóricos.

El experimento, grabado con varias cámaras de forma simultánea, se llevó a cabo como un curso de verano durante doce días. A las clases impartidas por el autor en persona asistieron once alumnos de entre 16 y 19 años, los cuales fueron seleccionados a través de un casting en función de su desmotivación y falta de interés durante el año académico. En este otro aula van a recuperar la pasión por el saber, gracias al nuevo método que González Pérez denomina «educar empoderando».

Se basa en el autoconocimiento que lleva a la recuperación de la autoestima del alumno, que así pasa a ser también un maestro más mediante un intercambio con el enseñante, quien trata a cada uno de los estudiantes de igual a igual. Todos se sienten libres y se crea la corriente del aprendizaje compartido.