Reconocimiento y convivencia
Tributo a las víctimas de la tortura con «una paz justa» como objetivo
La Diputación de Gipuzkoa dio un paso en el reconocimiento de las víctimas de las torturas, en el día que en Euskal Herria se denuncia esta violación de los derechos humanos. El acto, celebrado en el Palacio Foral, contó con la intervención de tres personas que lo han sufrido en carne propia: Agurtzane Juanena, Maialen Eldua y Martxelo Otamendi. Hablaron de cómo salieron adelante y de la necesidad de que se sepa la verdad.
Oihane LARRETXEA | DONOSTIA
Agurtzane Juanena plasmó en su libro «Esan gabe neukana» («Lo que tenía sin decir») lo que hasta entonces nunca antes había contado. Detenida en setiembre de 1975 en Donostia, cuando apenas contaba con 18 años, esta estudiante y militante abertzale en la clandestinidad pasó doce horas en el Gobierno Civil después de ser detenida cuando se dirigía a una cita. Sufrió graves torturas a manos de la Policía y no dudó en tirarse por la ventana antes de delatar los nombres de otros compañeros. «Yo no veía otra salida: inmolación o tortura. De joven no se negocia con los principios» dice una de sus frases. La obra no vio la luz hasta el año 2003, cuando reunió el valor para publicar aquella experiencia.
Este es uno entre los miles de casos de torturas que se han denunciado en Euskal Herria y que aún, en su mayoría, siguen buscando el reconocimiento. Ese es el camino que ha emprendido la Diputación de Gipuzkoa, que ayer conmemoró con un sencillo acto el Día Contra la Tortura en Euskal Herria.
Junto a Juanena, participaron otras dos víctimas: Martxelo Otamendi, exdirector de «Egunkaria» -al que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le dio la razón en octubre pasado, condenando al Estado español por haber archivado las denuncias interpuestas por torturas-, y la joven Maialen Eldua, detenida en 2009 durante una redada que se saldó con 34 arrestos.
Ninguno de l0s tres quiso detallar el calvario que padecieron durante su detención, pero sí recalcaron las secuelas que les dejaron. En el caso de Juanena, fueron, además se síquicas, físicas, ya que necesitó más de año y medio para recuperarse del todo de las roturas sufridas en la pierna y en la columna vertebral.
Eldua también sufrió largas secuelas sicológicas: «La tortura no son solo los cinco días en los que te tienen retenida, porque sabes que eso tendrá luego unas consecuencias». Habló sobre todo de los efectos emocionales que ese período tuvo en ella. Relató que tras quedar en libertad, y a pesar de encontrarse en casa, durante más de un año se despertaba instintivamente a la 1.50 de la madrugada. Un tiempo después cayó en la cuenta de que esa fue la hora a la que la Policía irrumpió en su hogar para llevársela presa. «Despertarme era como un mecanismo de defensa», contó.
En ambos casos, las dos mujeres encontraron una vía de escape. La de Juanena fue la escritura, que dio como resultado el citado libro. «Cuando estuve en condiciones de hacer vida normal me ayudó el escribir, aunque lo hacía a escondidas para que nadie pudiera leerlo -recordó-. Y la familia no preguntaba cómo me encontraba, era una manera de protegerme». Resaltó que fue una manera de relatar lo que pasaba en Euskal Herria «porque pasaba. ¿Cómo iba a quedarme callada? El libro fue el camino, porque en aquel entonces no había terapeutas y la tortura no se trataba como tal, era una anécdota».
Para Eldua la ayuda llegó de las manos de los sicólogos de Torturaren Aurkako Taldea (TAT) y el conocido como Protocolo de Estambul, una especie de guía para determinar si una persona ha sido torturada o no. Ello hace preciso grabar su propio testimonio. Gracias a este tratamiento su sueño mejoró, al igual que sus relaciones personales.
Otamendi tampoco dio detalles sobre lo que vivió tras su detención. Se declaró profundamente agradecido por el gesto que ha tenido la Diputación al organizar el acto y comentó que el reconocimiento es uno de los mayores alivios que puede sentir una persona que ha sido torturada. «No es una cuestión de venganza -dijo-. Ha de recordarse e investigarse para que haya justicia».
Un primer paso
El diputado general, Martin Garitano, fue el encargado de cerrar el acto. Afirmó que la Diputación «tiene claro» que es necesario «dar pasos en el reconocimiento de las víctimas del conflicto» y que «en ese camino hay que expresar de forma clara y rotunda que la tortura es una vulneración muy grave de los Derechos Humanos y no se puede repetir». También incidió en que las bases para construir los derechos humanos en democracia se recogieron en la Declaración de Aiete. «Eso está sobre la mesa», dijo.
Minutos antes intervino la directora de Derechos Humanos y Memoria Histórica, Marina Bidasoro, quien consideró que «la tortura es una vulneración muy grave de los derechos humanos» y las personas que la han sufrido «no han recibido hasta ahora el reconocimiento que les correspondía por parte de las instituciones públicas». Y, por tanto, manifestó que «este sencillo acto es un primer paso en ese reconocimiento».
El diputado general, Martin Garitano, lamentó que, a pesar de todas las denuncias que se han interpuesto por torturas, las investigaciones son casi inexistentes y que los casos que acaban siendo archivados rondan el 100%.
La introducción corrió a cargo del profesor y filósofo Fito Rodríguez y la actriz Itziar Ituño. Ambos leyeron la pieza teatral, en su versión en euskara, de «La muerte y la doncella», obra sobre la tortura en Chile del dramaturgo Ariel Dorfman.
Orain 32 urte hil zen Joxe Arregi zizurkildarra, jasandako torturen ondorioz. Atzo izan zen urteurrena eta omenaldi batekin oroitu zuten kanposantuan. Igandean, berriz, 9.00etan Haizetsura mendi ibilaldia eta 13.00etan ekitaldi politikoa eginen dituzte. Zizurkilgo Udaleko kideek eta senideak torturapean galdu dituzten Maribi Arregik eta Izaskun Iantzik parte hartzera gonbidatu zuten «gizarte osoa», eta gatazka eta bere ondorio guztiak konpontzeko gakoa egia guztiak aitortzea dela azpimarratu zuten. «Egia bide, askatasuna amets» lelodun Joxe Arregi Plazako ekitaldian, agerian jarriko dituzte «torturaren erabilera sistematikoa eta haren ondorio tragikoak». GARA
PSE y PNV registraron ayer una enmienda transaccional para la creación de la Ponencia de Paz y Convivencia que cambia el texto que hace dos semanas habían remitido a EH Bildu y que este grupo había aceptado. Con el fin de alcanzar el mayor consenso posible, el texto se había limitado a señalar que «el Parlamento creará, en el plazo de un mes, la ponencia de Paz y Convivencia». Además, se aplazó el debate -previsto para el 31 de enero- con el fin de propiciar un acercamiento del PP.
En este tiempo, el PP no solo no ha alterado su oposición al acuerdo, sino que ha elevado el tono acusando a PNV y PSE de estar creando una ponencia al gusto de EH Bildu. Entre tanto, desde PSE y PNV, conscientes de que sus votos les bastaban, se fue incubando la idea de cambiar el texto que la coalición soberanista había aceptado, para así dificultar su apoyo. Eso se ha traducido en el añadido al texto de la coletilla «...que continuará con los trabajo de la Ponencia anterior». Los integrantes de EH Bildu no participaron en aquella ponencia.
PNV y PSE son conscientes del efecto de su añadido. Hasta la fecha, desde el PSE habían negado a EH Bildu que ese movimiento fuera a producirse. Ayer, al preguntarles por qué no se les había consultado el cambio de un texto con el que estaban de acuerdo, desde el PNV se les respondió con que habían dado por hecho que este nuevo no lo iban a firmar.
El parlamentario jeltzale Iñigo Iturrate, en declaraciones a Efe, criticó que EH Bildu haya dicho en público que había conseguido que la ponencia iniciara sus trabajos desde cero. También desde el PSE hubo declaraciones en ese sentido.
EH Bildu analiza ahora su voto y su participación en la ponencia. PP y UPyD mantienen su oposición. Iñaki IRIONDO