Fermin Munarriz Periodista
Ponencia
Los vaivenes en torno a la Ponencia de Paz y Convivencia del Parlamento de Gasteiz han agitado el fantasma de la vertiente más mezquina de la política vasca. En una actitud insólita para hablar de paz, que más sugiere ánimo de revancha o exclusión que acuerdo, PNV y PSE intentaron que EH Bildu renunciara a participar en la comisión modificando el texto inicial y cuando ya sabían que ni con ello repescarían al PP en la búsqueda de otro consenso.
Tal vez alguien calculó que era suficiente aparentar disposición de acuerdo para cerrar subrepticiamente el paso a un auténtico debate sobre paz, vulneración de derechos humanos y reparación, en la creencia de que EH Bildu, desairada, pegaría un portazo. Afortunadamente, no ha sido así, a pesar de las justificadas suspicacias que alguien pudiera albergar.
La hostilidad con que PNV y PSE recibieron la confirmación de que EH Bildu participará en la ponencia a pesar de la patraña desvela la decepción de quien esperaba sentirse cómodo a solas para esquivar el diálogo pendiente y cerrar la iniciativa con un pronunciamiento de parte. La mera presencia de los independentistas garantiza, precisamente, el contrapunto de la parte de verdad que dificultará que otros agentes políticos eludan sus responsabilidades y traten de atribuirse el papel de inocuos espectadores.
Además, si hubiera que determinar un genuino punto de partida intelectual, habría que retrotraerse más allá del intento nasciturus de la ponencia en la anterior legislatura y alcanzar el propio proceso «Zutik Euskal Herria» de la izquierda abertzale o la concreción sobre las consecuencias del conflicto plasmada en el manifiesto «Viento de solución», del que ahora se cumple un año.
En el rotundo documento de introspección, la izquierda abertzale reconocía el sufrimiento de todas las partes, admitía que sus declaraciones o actos han podido proyectar una imagen de insensibilidad frente al daño causado por ETA y, ante todo ello, lamentaba expresamente el dolor y el sentimiento de humillación para las víctimas que ha podido ocasionar su posición política.
No existe precedente similar en la política vasca. Ninguno de los otros grupos de la futura ponencia ha realizado un ejercicio de autocrítica y asunción de responsabilidades equiparable. Si lo que realmente se pretende es buscar la verdad y la reparación, ese examen podría ser un óptimo punto de referencia y partida.