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La memoria visual de Lanzmann y las historias de mujeres, en la 63 Berlinale

Las historias contemporáneas de Danis Tanovic, Gus Van Sant, Steven Soderbergh o Sebastian Lelio y una revelación, la del debutante kazajo Emir Baigazin con su bello e inquietante filme «Uroki Garmonii» («Harmoni Lessons»), dibujan el storyboard de una extraña cosecha cinematográfica en la 63 edición de la Berlinale. La suerte está echada y esta noche se desvelarán los nombres de las películas galardonadas.
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Iratxe FRESNEDA | BERLIN

Memoria y cine. La necesidad de contar historias es lo que lleva a los cineastas a involucrarse en la aventura cinematográfica. Y, precisamente, ese carácter aventurero, experimental y extraño por momentos es lo que define lo mostrado en esta 63 edición de Berlinale. Entre sus objetivos de este año, recordar y agradecer su labor a los guardianes de la memoria histórica y apoyar la necesaria visibilidad de las mujeres en la industria cinematográfica.

«Su padre había sido abatido bajo sus ojos en el guetto de Lodz, su madre asfixiada en los camiones de Chelmno. Las SS le alistaron en uno de los comandos de `Judíos de Trabajo' que aseguraban el mantenimiento de los campos de exterminio. Estando ellos mismos abocados a la muerte. Con los tobillos encadenados, como todos sus compañeros, el niño atravesaba todos los días el pueblo de Chelmno». Estas son algunas de las palabras con las que Claude Lanzmann nos introduce en «Shoah» el documental con el que el cineasta judío dice que buscó enfrentar con su memoria a los alemanes.

Memoria

Un documental que sigue vivo en su esencia y que como afirmaba recientemente Lanzamnn: «'Shoah' es como una fuente, cada vez que la película es proyectada en alguna parte recibo cartas con frecuencia muy inesperadas. `Shoah' no tiene arruga alguna, la película no ha envejecido. Hay un texto inaugural antes de la primera imagen, un texto bastante largo, necesario para que la gente comprenda lo que va a pasar. Ahí digo: la acción comienza en nuestros días en Chelmno, en Polonia ¿Qué quiere decir ese `en nuestros días'? ¿En 1942, cuando eso estaba ocurriendo? ¿O cuando escribí eso, al haber terminado el filme? ¿O cada vez que uno ve la película? Pienso que es cada vez que uno ve la película. Ese `en nuestros días', es la película que crea su propia actualidad».

Berlín rinde tributo a su memoria menos glamourosa y más oscura al otorgarle el Oso de oro a Lanzmann en un momento en el que el pueblo palestino padece un estrangulamiento vital perpetrado por el Estado israelí. Paradojas de la vida que en nada envilecen el trabajo de Lanzmann, ni restan valor a la obra de un cineasta extraordinario y responsable de habernos regalado uno de los mejores documentales de la historia del cine. Restaurado y digitalizado, el documental, rodado en 1985, volvió a verse en la gran pantalla de la Berlinale (Forum), tras su estreno mundial en 1986.

Nueve horas y media que retratan el genocidio de los judíos europeos, desde la triple perspectiva de las víctimas, de sus verdugos y de los testigos de los acontecimientos.

Espíritu

Puede que el espíritu de Simone de Beauvoir ronde por las calles de Berlín, quizá discuta al oído con el que dicen es un personaje intratable, Lanzmann. Ambos dejan de alguna manera su huella en la 63 edición de la Berlinale. Lanzmann desde la reivindicación de la memoria como sanadora de heridas que aún siguen abiertas y De Beauvoir en espíritu, sobrevolando los personajes femeninos valientes y sin complejos.

Entre esos retratos «Ella s'en va» de Emmanuelle Bercot, con Catherine Deneuve y humanizando a la diva; «Gold» de Thomas Arslan, con Nina Hoss a caballo en el salvaje oeste y «Gloria», de Sebastian Lelio en la que Paulina García muestra al mundo su fuerza más allá de los tópicos que la asocian a la juventud. Mujeres que bailan con los lobos o mujeres que apuestan por su visibilidad en una de las fiestas y negocio del cine más relevantes del mapa europeo. Ellas, cineastas, escritoras, productoras, creadoras en general, reivindican la necesidad de ser vistas, escuchadas, ser parte de ese universo simbólico creado y gestionado por los hombres que las excluye sin disimulo.

Las mujeres cineastas se han reunido en la Berlinale y desde allí han presentado una estrategia internacional para trabajar por la igualdad de oportunidades en la industria cinematográfica.

Mujeres e industria

Un cortometraje de tres minutos ha abierto el histórico encuentro. En el filme un hombre corre una carrera, una mujer corre a su lado por fuera de la pista.

Él se preocupa solo por correr, mientras que la mujer le ayuda. Finalmente, el hombre llega a la meta y se lleva todos los merecimientos. Ella se queda en segundo plano. Algo similar sucede en la industria cinematográfica, claro que la realidad supera a la ficción. Es por eso que más de un centenar de profesionales del cine, entre las que se encuentran la actriz Jane Fonda, la productora, guionista y directora Lana Wachowski, las cineastas Su Friedrich, Marion Hänsel, Julie Taymor, Barbara Kopple o Isabel de Ocampo han firmado una carta de adhesión, con la que se hacen eco de las reivindicaciones de las mujeres cineastas reunidas en Berlín.

Acciones concretas se llevarán a cabo simultáneamente en varios continentes. Inteligentemente, Dieter Kosslick (sobre todo después de las bochornosas declaraciones del director del festival de Cannes Gilles Jacob el pasado año), ha apoyado el manifiesto y secundado la iniciativa.

Memoria del cine, sus historias, hace tiempo que necesitan nutrirse de la historia no contada de las mujeres y la Berlinale como cualquier otro escaparate del audiovisual, no puede prescindir de ellas.

LANZMANN

Berlín rinde tributo a su memoria menos glamourosa y más oscura al otorgarle el Oso de oro a Lanzmann en un momento en el que el pueblo palestino padece un estrangulamiento vital por parte de Israel.

MUJERES

Las mujeres cineastas se han reunido en la Berlinale y desde allí han presentado una estrategia internacional para trabajar por la igualdad de oportunidades en la industria cinematográfica.

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