CRíTICA: «La trama»
Sensacionalismo para un thriller conspirativo
Mikel INSAUSTI
Al sistema le conviene frivolizar el tema de la corrupción política cuanto más mejor. Y películas como «Broken City» contribuyen a convertir el problema en el consabido cesto de frutas que se echa a perder por culpa de una manzana podrida. Ya va siendo hora de que nos aclaren las verdaderas razones por las que, una vez arrancadas las malas hierbas, siguen aflorando casos de mandatarios corruptos sin remedio.
En los años 70 el thriller conspirativo tenía pleno sentido porque había una lucha por denunciar los abusos de poder y lograr una transparencia de cara a la opinión pública, pero en la actualidad la corrupción está tan generalizada que se le busca el lado sensacionalista para llenar titulares de prensa. «Broken City» sí se puede parecer superficialmente al cine de trasfondo político que hacían en aquella década Sidney Lumet, Allan J. Pakula o Sydney Pollack; no lo niego, pero la cosa no pasa de ahí, porque el retrato del alcalde que utiliza su cargo en beneficio propio y no de los ciudadanos se ha convertido ya en una caricatura, a pesar de que Russell Crowe sabe muy bien cómo es y se comporta un ser manipulador, hasta llegar a resultar desagradable para el espectador en su maquiavélica interpretación.
Se agradece que un un thriller moderno prime el diálogo sobre la acción, ya que apenas hay una breve secuencia de persecución automovilística y la violencia criminal es presentada desde la óptica de una investigación más deductiva que explosiva. No obstante, lo que se dice no suena creíble, debido a que las elecciones para la alcaldía de Nueva York son descritas como una guerra entre mafiosos y policías. Los métodos del edil protagonista son los de un gángster barriobajero, que no duda en deshacerse de su más directo rival en las urnas cargándose al publicista de su campaña.
Allen Hughes pone mayor cuidado en los contrastes visuales de la Gran Metropoli que en la tensión interna que el desarrollo narrativo demandaba, para no transitar por cauces tan convencionales.