Hace hoy 20 años el Athletic ganó 2-0 en un amistoso al todepoderoso Milan de los años noventa
Aquella bolita de aluminio...
Los italianos llegaban a San Mamés invictos desde hacía casi un año y aquella derrota la calificó Fabio Capello como «la gran cagada».
Joseba VIVANCO
«Esta derrota no vale para la estadística», trató de minimizar Fabio Capello la derrota de su equipo. Minutos después, ya a pie del autobús que partía de San Mamés, el técnico italiano dejó para sus jugadores una de esas frases que la hemeroteca del balompié se guarda para sí: «La gran cagada». El entrenador del por entonces todopoderoso Milan y hoy seleccionador de Rusia no podía esconder su decepción después de que el equipo rossonera, que llevaba nada menos que casi un año sin conocer la derrota y sin rival alguno que amagara con hacerle hincar la rodilla, besó el húmedo césped de La Catedral. Era un partido amistoso, sí, para los transalpinos, pero no para unos rojiblancos que se comportaron como auténticos leones y un abarrotado estadio que incluso llamó la atención de la prensa europea por su entrega. El Athletic ganó 2-0 al Milan. Ocurrió hoy, hace 20 años.
Nada menos que 55 partidos de imbatibilidad acumulaban los milanistas, gracias a su dominador fútbol espectáculo y de apuesta ofensiva. Llegaban a la capital bilbaina como cartel de lujo en un denominado Trofeo Centenario Pichichi y sobra decir que la expectación despertada entre la afición rojiblanca se disparó -un servidor llegó con retraso y gracias a un boina roja que encontró dentro a los amigos que tenían la entrada pude disfrutar de aquella victoria-.
Millares de aficionados siguieron el entrenamiento matutino de los italianos en Lezama, con Capello gustándose a sí mismo firmando autógrafos. Y lo que para ellos tenía pinta de ser un trámite más en su arrollador paseo por Europa, una simple bolita de papel de aluminio en el camino, aquel Athletic que entrenaba Jupp Heynckes fue justo eso, una bolita de aluminio que se le atragantó.
Cuarenta mil entregadas gargantas en San Mamés y un solo reto, doblegar al Milan de los Van Vasten, Gullit, Rijkaard, Papin, Maldini, Costacurta o Tassoti, aunque estos no viajaran con la expedición milanista. El once que presentó Fabio Capello estaba formado por Rossi en la portería, Eranio, Nava, el capitán Baresi, Gambaro, De Napoli, Boban, Donadoni, Elber, Massaro y Simone. Enfrente, los héroes locales: Kike, Tabuenka, Asier, Alkorta, Larrazabal, Eskurza, Garitano, Guerrero, Mendiguren, Estibariz y Luke.
Un disparo de Eskurza a la madera avisó a los cinco minutos de la amenaza bilbaina, cuya réplica dio Elber en un cabezazo alto a la media hora y pudo refrendar Simone tras un jugadón al filo del descanso y que Kike atajó. Nada que ver con la segunda mitad. Avisó De Napoli en una ocasión, solo, que malogró en el minuto 54, pero la entrada en el 64 de Ziganda y Valverde fue como el `Redbull', que dio alas al Athletic.
Aquella cesión de Baresi a Rossi
Aluvión de juego y ocasiones ante el naufragio italiano. Un cabezazo de Valverde, una ocasión del hoy presidente Urrutia, otra del Txingurri en el minuto 80, una jugada de Ziganda tras robar en la medular y driblar a media defensa rossonera que casi echa abajo el estadio. Y llegó el decisivo minuto 86 del encuentro. Mendiguren corre la banda derecha, su centro llega a Carlos García y este de tiro raso y seco bate al arquero italiano. San Mamés estallaba. Se venía literalmente abajo. Apenas quedaba tiempo, pero el suficiente para que La Catedral jamás olvide el amistoso más recordado.
Minuto 90. El trencilla vizcaino González Lekue ojea su cronómetro. La grada, casi afónica, celebra un hito. El balón lo tiene Il capitano Franco Baresi, santo y seña del Milan; lo cede con aquella tranquilidad que le caracterizaba a su portero, Sebastiano Rossi, 1,98 de altura, seguramente no el mejor arquero italiano pero sí el mejor protegido por aquella defensa de ensueño. Y entre ambos, Baresi y Rossi, una imperceptible bolita de papel de alumnio procedente de algún merecido bocata. Justo en el instante en que el portero trata de controlar el esférico, este tropieza en la pelotita, pasa sobre el pie del guardameta y se aloja en el fondo de las mallas ante la incredulidad visitante y el jolgorio rojiblanco sobre el verde y el graderío.
«La gran cagada» la calificó Fabio Capello. No el fallo, la derrota. «¿Pero si el Athletic ha puesto prácticamente dos equipos distintos?», trató de defenderse para compararlo con sus destacadas bajas. Su homólogo bilbaino, Jupp, le replicó: «Es verdad que hemos sacado a 19, pero el Milan está orgulloso de ser el mejor equipo del mundo. ¿Qué le puede importar que un pobre equipo como el Athletic saque a todos sus jugadores?». Fue hoy hace 20 años.
Ningún rojiblanco se perderá el derbi ante la Real por tarjetas, pero la enfermería de Lezama hará horas extras esta semana para poner a punto a los lesionados Ekiza y Muniain -además de a Amorebieta- y recuperar al dolorido De Marcos, que regresó de Málaga con un golpe con hematoma en la cara lateral de su pierna izquierda. Marcelo Bielsa tiene ahora mismo el once para el viernes cogido con alfileres, tras volver a caer lesionado Gurpegi, está claro que no confía en San José para la zaga, necesitar la mejor versión de Ekiza y confiar en la motivación de un Muniain al que Ibai insiste en no querer quitar el puesto. Aclarada la titularidad en la portería, quien seguro que estará bajo la lupa del argentino será Aurtenetxe, que sigue sin cuajar esta temporada en el lateral izquierdo, y Bielsa ya avisó que el canterano catalán Enric Saborit tendrá seguro su oportunidad. Después de lo de Iraizoz y Raúl, que no se despiste el de Zornotza. Los leones volvieron ayer a Lezama, el derbi está ahí.
J.V.